Fiesta

Como todos sabemos, en 1978 se aprobó la Constitución Española, vigente en la actualidad, que recoje en su artículo 16.2 que «ninguna confesión tendrá carácter estatal». Un año después, en 1979, se firmó un acuerdo entre el Estado y la Santa Sede, previo al desarrollo de la Ley 7/1980, de Libertad Religiosa, que articula ese punto de la Constitución. En el artículo 1.3 de la citada Ley se repite que «ninguna confesión tendrá carácter estatal». Durante la década de los ochenta, con los gobiernos socialistas de Felipe González, se acuerdan una serie de medidas entre la Igesia y el Estado, como desarrollo de esa Ley. Un ejemplo es la eliminación de determinadas fiestas religiosas del calendario que antaño lo fueron con carácter laboral, como San Pedro y San Pablo o el jueves del Corpus Christi, entre otras. Un amigo sacerdote me comentó una vez que, con toda la carga ideológica en contra, quienes más han hecho por la Iglesia en España fueron esos gobiernos, que además dejaron a la Iglesia (y eso se ha mantenido con los siguientes gobiernos de derecha e izquierda) en la mejor posición posible en comparación con el trato que reciben del Estado en otros países de la Unión, incluida Italia. Y la Iglesia aceptó, con todas sus consecuencias, de manera que el dicho «tres jueves hay en el año que deslumbran más que el Sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión del Señor» quedó a la altura de un solo jueves y como fiesta autonómica. Mi madre aún recuerda que el año que yo hice la comunión hubo procesión el jueves, pero ya no era fiesta. Ahora las fiestas son catorce y este año, por ejemplo, se configuran así: dos son locales (en Madrid son San Isidro 15/05 y La Almudena 09/11); hay otros siete festivos nacionales «no sustituibles» (Año Nuevo 01/01,  Viernes Santo 10/04, Día del Trabajo 01/05, la Asunción de la Virgen 15/08, la Fiesta Nacional de España 12/10, La Inmaculada Concepción 08/12  y Navidad 25/12). A continuación empieza la España de las Autonomías: la primera es la fiesta autonómica propiamente dicha (en Madrid, el 2 de mayo) y después el Ministerio de Trabajo ofrece varios festivos con caracter autonómico para que cada comunidad complete con cuatro más, e incluso las sustituya por sus fiestas tradicionales, hasta llegar a catorce. Una de esas fiestas autonómicas es el 6 de enero, Reyes, sólo que generalmente (este año también) ha sido elegido festivo en todas las comunidades. El problema es que este años se pierden Los Santos 01/11 y La Constitución 06/12 porque caen en domingo… nos faltan fiestas! Qué hacemos? Lo más sensato y fácil hubiera sido hacer festivo el lunes 2 de noviembre, como sugiere el Ministerio, porque el 7 de diciembre lo será en bastantes convenios y además no interesan muchas fiestas en diciembre, porque interesa abrir. Pero también podía ser festivo el 25 de julio Santiago, aunque es sábado y no mola y además… por qué no pasamos de una vez de las fiestas religiosas y colocamos ese día festivo que nos sobra un lunes o un viernes de alguno de esos meses tradicionalmente escasos en fiestas como febrero o septiembre? Tampoco es cuestión de hacer fiesta autonómica el Orgullo, pero por qué no somos más originales que nadie y damos como festivo el día de la Mujer Trabajadora (8 de marzo), o el día de la Tierra (22 de abril), o el día del libro (23 de abril), o el día de Europa (9 de mayo), o el día Sin Coches (22 de septiembre), o el día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (17 de octubre), o el día de las Naciones Unidas (24 de octubre), o el día Universal del Niño (20 de noviembre), o el día Mundial de la lucha contra el VIH (1 de diciembre), o el día de los Derechos Humanos (10 de diciembre)? Hay 248 días en el calendario para elegir, pero nuestra Presidenta, Esperanza Aguirre, decidió convertir en festivo el jueves 11 de junio, San Bernabé. Y que no os cuenten milongas de que es el Corpus, porque el Corpus es el domingo 14, como lleva celebrándose desde que la Iglesia dijo sí al cambio del jueves al domingo en los ochenta, y como pone aquí en la página 19. Por qué esta fiesta? Para reirnos de quién? De los pobres curritos que mañana abrirán los cortesingleses y los carrefures? De los estudiantes que se examinan mañana porque nadie pensó en septiembre que ni  por asomo el 11 de junio fuera a ser festivo? De los católicos que mañana estarán en su casa esperando a que llegue el domingo y celebrar su fiesta de precepto el domingo sin haber perdido un día de trabajo? De algún colectivo más en particular o de todos en general? A veces, más de las que me gustaría, me avergüenza ser parte de este Madrid. Fiesta, fiesta, fiesta, fiesta! (Raffaella, un buen playback no es sólo mover la boca. Hay que acercarse el micrófono a la vez!!!!)

Un jueves más

Casper llegó a la puerta grande a las siete y veinticinco de la tarde, con lo que nos perdimos paseillo y primero de la tarde; el segundo, por los pelos, nos dejaron verlo desde el vomitorio porque el toro acababa de salir del corral. Allí nos t0mamos una cervecita que, como se aprecia a continuación, cuesta 2,50 euros. No voy a contaros la corrida de ayer porque aunque la vi parcialmente, anduve más atento a todo lo que me contaba Casper que al desarrollo de la lidia en sí. No fue una gran corrida, pero para combinarla con un rato de charla, a una temperatura agradable, es un buen plan. A las 9, mientras se toreaba el sexto, caímos en que habría empezado el partido del Barça. Cargué la página del periódico en el móvil y asombrados comprobamos que ya ganaba por un gol. Unos minutos después pasó algo terrible, algo que es parte de la fiesta, pero que no había vivido nunca antes: con la espada aún en la mano, saliendo de matar, Israel Lancho fue corneado por el toro. Desde el tendido alto en donde estábamos hoy no éramos capaces de saber si era grave o no, pero las repeticiones en la tele mientras salíamos de la plaza despejaron las peores dudas: le había corneado y bien. Según El País su pronóstico es «muy grave». La foto no la publico, la veis allí. Con el mal rollo aún en el cuerpo nos fuimos a un Cañas y Tapas a cenar y a ver el partido, aunque seguía más atento a la conversación que a una final que estaba prácticamente decidida. Mañana Barcelona será el centro internacional del buen rollo y aquí sólo será jueves, un jueves más. Esperemos que para Israel Lancho también.

Invasión

Este año he consentido, de momento, la presencia de toda una colonia de hormigas, asentada y bien asentada en la medianería de mi patio, que vienen a mis plantas a proveerse. Algunas se pasan y van a morir próximamente, pero en general he consentido porque si han llegado hasta aquí no se van a ir a las primeras de cambio. Es inevitable, la naturaleza viene a mi como la montaña a Mahoma. Pero todo esto es fuera, en la zona descubierta. Dentro las cosas cambian. Dentro ya he tenido visitas desagradables time ago y no me apetece convivir con nadie si no me paga la mitad de los gastos. Hace varias semanas, pasando la aspiradora encontré una hormiga en el suelo del estudio [H1]. Podía haber llegado aquí desde la calle en algún momento o quizás venía con las flores que mis padres me trajeron unos días antes; la procedencia en ese momento me daba igual, sabía el destino: ser aspirada. Seguí el recorrido y al llegar al umbral de la cocina vi otra [H2]. Dudo, lo primero, si he aspirado la primera. Igual se quedó enganchada en el cepillo… La aspiro también. Sigo y termino. Al entrar al estudio me encuentro de nuevo, otra vez, una hormiga en el mismo lugar [H1] que la primera de todas. Y empiezo a volverme loco: se teletransportan las hormigas dentro de mi casa? Creo que las aspiro cuando no lo hago? Hacen magia? Para evitar fenómenos extraños decido pisarla y dejarla ahí para asegurarme de que está muerta y no se aparece en otro lugar. Y allí estuvo sin más. El día 2 de mayo, al llegar a casa tras las cañitas del dos de mayo, me encuentro que tengo inaugurada una autopista de hormigas, la H40 [en rojo], que avanza hacia mi cocina. Me sorprendió, pero en lugar de pisotearlas todas decidí observarlas. Ahora estaban organizadas y sería fácil adivinar sus movimientos. El tránsito no era muy grande, pero podía intuirse el recorrido, y llegaba hasta la cocina, apenas una o dos habían alcanzado los pies del armario más lejano, el único con comida en la parte baja. Pero la cabecera era desconcertante porque parecían salir de debajo del ordenador, algo que me parecía imposible, aunque no tanto. Ese dos de mayo antes de acostarme comprobé que ya, de alguna forma, sabían que en ese armario había comida. Para evitarme disgustos eché veneno y me fuí a la cama. El 3 de mayo, como en 1808, amaneció con fusilamientos. Ni rastro de hormigas vivas en la cocina y cadáveres en la zona cero; pero el trajín del estudio seguía, ahora con otro recorrido. Siempre sin perder referencias espaciales, como esquinas, rincones o mobiliario, durante los días siguientes, hasta el día de la caja vacía, consiguieron trazar una ruta alternativa, la H45 [en azul] hasta alcanzar una zona del salón bastante alejada de la puerta, ignorando el acceso a dos habitaciones. Las hormigas son muy listas y envían exploradoras a ver qué encuentran. Las exploradoras pueden tener suerte y descubrir algo que contar al grupo, que llegará, antes o después llegará. Por eso las que me encontré en el baño o en mi cuarto no eran más que exploradoras sin suerte, no solo por no encontrar comida, sino porque morían aplastadas una tras otra. Alguna de ellas triunfó y descubrió bolitas de chocolate por el suelo del salón, de unos bombones belgas riquísimos que tenía en una bolsa que perdía bolitas. Esas bolitas de chocolate fueron el GPS perfecto para averiguar por dónde entraban a casa, porque ahora lo que querrían sería salir… Y así averigué a medias su procedencia. Bienvenidos a mi casa. Llevo tres años viviendo aquí y el edificio tiene uno más, cuatro en total. Aquel invierno previo a la mudanza me emplastecí todas las fisuras de movimiento antes de pintar. Tres años después han vuelto a aparecer, algunas con mayor recorrido que las iniciales; incluso las hay nuevas. Y uno es listo, y aparejador, aunque parado, y sabe leer lo que dicen las grietas y el sentido común. Eso es parte de un informe, que tengo escrito mentalmente, pero que tengo que publicar algún día sobre el movimiento del edificio sin juntas de dilatación en el que habito. Y a través de las fisuras, que no grietas, que el movimiento ha provocado han llegado las hormigas hasta el interior de mi casa, sin que por fuera haya ninguna actividad, apareciendo por el rodapié del rincón de mi estudio [el punto verde], epicentro de la invasión. La hormiga más emprendedora, la avistada en el punto más lejano al acceso, había hecho un recorrido de 8,60 metros, sólo por el interior de mi casa. Si aplicamos equivalencias y yo hubiera hecho esto por el barrio, andando, hubiera recorrido 430 metros, varias manzanas alrededor de la mía.

Merece unoohh!!

Ayer alguien hizo clic aquí en algún momento indeterminado de la mañana y con ese clic se alcanzaron las sesenta mil visitas. Yo me di cuenta por la tarde, cuando la cifra del 6 con muchos ceros quedaba rota por un 31. 60000 visitas! Eso, como decía Mayra, «merece un oohh!!» Estoy un poco perdido últimamente. Perdido no, escondido. Estoy viviendo una especie de crisis dentro de la crisis y me apetece pasarla en la intimidad, sin mucho ruido. Pero esta crisis dentro de la crisis acabará en el momento más inesperado. Algo hará clic y todo echará a andar otra vez. Para superarlo juego al SimCity compulsivamente hasta altas horas de la madrugada, más desde que he aprendido varios truquitos y me creo mis propias regiones, pero de esto hablaré otro día, que hoy no me apetece. Ahora me voy al dentista. El miércoles pasado me puso tanta anestesia que cuando sonreía después, solo sonreía media cara. La otra estaba anestesiada por completo. Aún así me dolió. Hoy intuyo que será peor; seguro que merece un oohh!!… pero de dolor.

Cien días

Como una luna nueva, como el metro de Madrid, negro como una caries o un septiembre estudiantil, como la certeza de que no sueñas conmigo, negro era aquel bar donde se esconden los malditos de los amaneceres, de los repartidores de periódicos, de las agujas del sol, del amor del prójimo; allí la encontré. (…). Alguien me contó que llevaba cien días encerrada en aquel bar pidiendo fuego, alguna pista, que le ayudara a encontrar la luz dentro del laberinto, el mapa donde está escondido el mar donde arden las promesas, donde solías naufragar. Cien días escondiéndose del gris cielo de marzo y sus atascos, tragando niebla por la nariz, soñando contigo en los lavabos, jurando no salir con vida, sellando todas las salidas, buscando en un mar de ginebra una playa en la que encallar. Besó una copa llena de cenizas, me miró, me dió el humo de sus manos, lo fumé; a cambio yo le conté que la ciudad la estaba esperando, que afuera llovían madreselvas, que se acercaba el verano; que qué iba a ser de nosotros si decidía no venir conmigo, que saliera a desafiar al alba y sus asesinos; así le hablé. Sonrió cansada y perdida, se abrió su boca azul, besó de nuevo la copa, se marchó y toda su luz fue devorada por la puerta de un servicio donde mujeres sin alma te empujan al precipicio. Serán 101 días encerrada en la negrura de este bar. Yo salí a la calle y olvidé pagar. Y me marché. Cien Días / Ismael Serrano / La traición de Wendy / 2002

Solterón

El ‘single’ vuelve a ser un simple solterón La opción vital de la soledad que proliferó en tiempos de bonanza vive horas bajas El paro y las dificultades le han quitado todo encanto Amanda Mars 27/03/2009 – El País Se le estropea a usted la comida en la nevera. No tiene pareja, vive en una ciudad y tiene un trabajo que le permite mantenerse a sí mismo. Los estadounidenses, que lo rebautizan todo, dijeron hace cinco años que no era un solterón, que era un single, que los hombres eran metrosexuales y las mujeres freemales (libres o sin hombres). Dijeron que era usted el niño bonito del departamento de marketing de cualquier multinacional, porque gastaba un 40% más que el miembro de cualquier familia. Que es hedonista, porque como no tiene a nadie que dependa de usted, viaja varias veces al año y sale a cenar fuera cada semana. Que hace 18 años, su grupo representaba el 13% de la población española y que hoy ya son el 22%, hasta 3,5 millones de hogares. Que se iba usted a comer el mundo. Pero la crisis no perdona, y ejercer hoy de single en España es más difícil. Los solos -o impares, como se suele traducir en España-, no sufren la crisis más que los demás. Pero la sufren. Hay 155.700 hogares formados por una sola persona que está en el paro, un 74% más que hace un año. El número de quienes buscan compañeros de piso, a la vista de algunos portales de Internet, casi se ha duplicado. El crecimiento de hogares unipersonales después del incremento trepidante, echa el freno. Y las separaciones, esa fábrica de singles que trabajó a pleno rendimiento con el divorcio exprés, ha bajado ahora el ritmo, por el fin de ese efecto y también por la crisis económica. Eso sí, su consumo es el que mejor aguantó el tipo el año pasado. «Es que el del single ha sido un fenómeno económico en España. Hemos vivido 10 años de casi pleno empleo en el que la gente ha podido emprender proyectos individuales y los han llevado a su máxima expresión social. Después de haber estado estigmatizado, ha habido cierta glorificación del soltero, la imagen de que tenía el mundo a sus pies», reflexiona el profesor de marketing de IESE José Luis Nueno, experto analista de consumo. Patricia F. reniega de la etiqueta que las consultoras de consumo han decidido colgarle. Aunque por sus condiciones de vida es una single de libro. Soltera, con 40 años y 12 de experiencia en el sector, la empresa de informática en la que trabajaba dio un tijeretazo a su plantilla el pasado enero y decidió prescindir de ella, que cobraba 3.000 euros brutos al mes y podía vivir sola en su piso alquilado en Barcelona. «Porque con el paro, no tengo ni para la mitad de mis gastos. Lo he recortado todo: salía a cenar fuera como mínimo dos veces por semana, y ahora sólo salgo si se organiza la fiesta en casa de amigos. No soy de comprar mucha ropa, pero si algo me gustaba, no tenía que pensarlo. En momentos así trabajas para ti, vives como te apetece, pero ahora no», resume esta licenciada en Filosofía y Sociología, dentro de su nueva economía de guerra. De vivir sola, también ha pasado a buscar un compañero de piso para ayudarse a pagar los 600 euros de alquiler. «Pero eso tampoco es tan fácil ya como antes, porque ahora hay mucha gente alquilando habitaciones que le sobran para pagar la hipoteca, y los precios bajan», asegura. (…) Además de económico, el de los singles ha sido un fenómeno demográfico, alentado por el baby boom (nacidos durante la explosión demográfica de entre 1960 y 1975). De ahí la explosión de nuevos productos (minienvases para personas que viven solas) o negocios (agencias de viajes especializadas) a las que ha dado lugar. El de los solos es también el único sector cuyo consumo creció el año pasado, según los datos de TNS Worldpanel. Sus compras en alimentación, bebidas o droguería subieron un 2,3%, cuando el resto del grupo formados por parejas con hijos o personas solas con descendencia bajaron. Pero cuando un hogar formado por una sola persona entra en crisis, la estructura se tambalea. Una opción, en ocasiones, es regresar al hogar paterno. Y no es un trago fácil. A Rosa Alonso le acaba de ocurrir, a los pocos meses de estrenar su soltería. Dentro del microcosmos del single, ella, con 23 años, pertenece al sector más joven. Vivía en un piso de alquiler con su pareja, compañero de trabajo de una de esas firmas intermediarias de hipotecas que brotaron como setas con el boom del mercado del ladrillo, hasta que rompió hace unos meses. El pasado febrero, la compañía, caída en desgracia, cerró y dejó a ambos sin trabajo. Acaba de volver a casa de sus padres. «Y no me siento muy single ahora, claro». «Esto es algo que ocurre en las recesiones, suelen servir para la cohesión familiar. Porque al final, en momentos así, sale la familia al rescate, ésa es la red en países como España. Las otras redes, las sociales, son más para chatear», apunta Nueno. (…) A la nueva situación mundial se añade la dificultad consustancial a la naturaleza del solo: «Los costes de la vida, como la comida o el mantenimiento del hogar, son más altos por cabeza para las personas que viven solas». «Y también pagamos más impuestos que nadie, porque no nos desgrava nada», se queja Patricia. Ejercer del single prototípico requiere que a uno le vayan bien las cosas. Martín Vivancos, profesor de la escuela de negocios EADA, va a la esencia básica: «Podemos decir que hoy son dos las clases de single: el que no está afectado por la crisis y el que sí lo está, y éste ve su nivel de consumo afectado». Es uno de los motivos por los que el turismo de fin de semana, la restauración y los locales nocturnos, los lugares de recreo habituales de grupos de impares, ven adelgazar sus ingresos. Como en el caso de Patricia y sus fiestas caseras en casa de amigos. Según Vivancos, «hay una propensión a ello. Cada vez más aparece el hogar como centro de ocio, con DVD, videoconsolas Wii… Es algo muy afianzado en otros países europeos, pero en España no lo era tanto». «Y el gran peligro de éstos», añade, «es que la gente descubra que se lo pasa bien en casa. Es interesante y amenazante al mismo tiempo para el consumo». Los restaurantes han visto caer sus ingresos en general. José Luis Guerra, presidente de la Federación Española de Hostelería, explica que «no se puede distinguir entre todos esos singles y el público en general, pero la caída ha sido generalizada. En lo que va de año, el gasto está cayendo entre un 9% y un 10% mes a mes». No bajan las visitas a los restaurantes, pero sí el gasto: de los dos platos se pasa al primero a compartir, y del postre, al café directamente. (…) Vicente Pizcueta, que es portavoz de Empresarios por la Calidad del Ocio Nocturno, admite que la frecuencia de las salidas nocturnas ha bajado, de seis mensuales a una, y que las ventas -de entradas y bebidas, cuando uno habla del mundo de la noche- bajan un 10%, además de que está migrando la diversión dentro de los hogares. Pero lo enmarca en una tendencia que percibe desde la última década, no vinculada con la crisis. Pizcueta advierte de que ha trabajado muchos años en el sector de los locales nocturnos para dar una versión muy diferente de José Luis Nueno y su teoría económica de los singles. «Pero, a ver, ¿qué es in single? Es una persona que busca una segunda juventud con mayor poder adquisitivo. Y lo que ocurrió en España es que pasó de estar mal visto a estar de moda. Sin más, pero sólo son personas que buscan conocer a otras personas, así que seguirán saliendo por la noche a poco que puedan», apunta Pizcueta. Lo mismo piensa el dueño del bar Minusa, en Barcelona. «Están fallando más las parejas que los solteros; éstos salen siempre, por fuerza. Al resto hay que estimularles con precios más bajos». Pizcueta sentencia: «Algunos saldrán menos, pero para otros las noches no se pueden acabar. Con crisis o sin ella, el single sólo es alguien que sale a buscar contacto con el sexo opuesto». O con el propio.

Líneas auxiliares

Las líneas auxiliares son partes imprescindibles del dibujo, y de la vida. Están ahí, siempre. Se trazan suavemente pero en firme, lo suficiente para saber que están y dónde, pero sin que nos tapen la visión de las líneas definitivas. En el fondo todo son trozos de líneas auxiliares que repasamos con un lápiz de mayor dureza para hacerlas definitivas. Los profesores de Geometría nos pedían no borrar las líneas auxiliares que habíamos usado para trazar el ejercicio. Con ellas sabían si realmente habíamos llegado solos a esa conclusión o nuestro dibujo no era más que la copia aproximada del dibujo del vecino. La muerte es una línea auxiliar más. Está en el papel y en algún momento habrá que repasarla con el lápiz duro. Intentamos tenerla localizada para evitarla, para regruesarla lo más tarde posible, para que cierre el dibujo al final, cuando todos los pasos ya se han dado y cuando todas las intersecciones han quedado definidas. Pero hay otras líneas auxiliares, otras muertes, que sin ser la nuestra nos cambian el dibujo. Líneas que cruzan nuestro dibujo con mayor o menor grosor. A veces marcadas sólo con un lápiz del 1 ó del 2, que todavía es posible borrar por medio de un stent y volver a trazar en paralelo, con una escuadra y un cartabón, algo más lejos de la línea original, fuera de nuestro dibujo. Otras veces no hay tiempo para trazar una paralela y un día las descubrimos definitivamente trazadas en tinta, sin posibilidad de eliminarlas, ni siquiera raspando con una cuchilla. [Descansa en paz.]

A ciegas

La semana pasada estuve a ver The Reader. La película, y el cómo se te queda el cuerpo, merece una entrada aparte, pero lo anoto aquí porque antes, en los tráilers, empecé a ver imágenes de algo que me resultaba conocido, familiar. Hasta que giré la cabeza y decidí no seguir mirando la pantalla. Justifiqué mi extraña actitud en que estoy leyéndome un libro, ese libro, y no quiero saber nada de esa película, que desconocía hasta ese momento; hasta que lo termine al menos. Esta mañana me encuentro en El País la noticia de la presentación de la película en Madrid. Sobre el papel las cosas parecen más asépticas, sin imágenes, así que lo leí. Pero después, mientras comía, y casi a bocajarro, Ana Blanco (por la que recibo bastantes visitas, por cierto) nos ofrece esa misma noticia no sólo con las imágenes de la presentación sino con imágenes de la película. Y ya mal. Mal, porque en mi cabeza ya había creado todo un universo en torno a la historia y sus personajes y ahora, lo quiera o no, veré las caras de  Julianne Moore y Gael García Bernal en lugar de las mías cuando mañana, de camino a la piscina, vuelva a abrir las hojas de «Ensayo sobre la cegera» de José Saramago. Esto me demuestra que no se puede, por mucho que se intente, ser ciego ante determinadas cosas, noticias, situaciones o circunstancias. Antes o después, acabas por verlas, lo quieras o no.

Bruxismo nocturno

El mes pasado acudí por primera y única vez al podólogo. Te sientas en un sillón como el del dentista y de repente empiezas a elevarte hasta estar sentado a más de un metro del suelo, sin posibilidad de bajarte a menos que saltes. Fui porque algunos días al descalzarme por la noche tenía los pies, las plantas sobre todo, un poco hinchadas y como mojadas, como si acabara de salir de la ducha. Una desconocida hipocondría me hizo pensar que en alguno de los procesos me descalzo/nado/me ducho/me calzo again había cogido hongos o algo en los pies. Pero el podólogo, sentado en una silla al nivel del suelo y con mis pies frente a su cara, me dijo que no, que todo estaba correcto. «Te sudan las manos?» me preguntó. En mi boca estaban ya los términos «generalmente» y «no», pero en ese momento comprobé que, efectivamente, me sudaban las manos, así que añadí «aunque ahora mismo, por ejemplo, sí». El podólogo me contó que a veces el organismo, ante situaciones de tensión, nervios o ansiedad, hace sudar las manos como forma de escape y los pies, en el fondo, son otras manos; así que, aunque no lo notara, las plantas de los pies podían sudar también en esos casos extremos. Hoy fui al dentista como colofón a la revisión anual: un empaste roto y arreglado la semana pasada y una limpieza hoy. Advertí al dentista de que una muela aparentemente sana me dolía, sobre todo con líquidos fríos o calientes, aunque también muchas veces sólo al contacto con el aire. Me radiografía la pieza en cuestión, me la muestra en la pantalla del portátil a los 30 segundos y descarta cualquier caries oculta. «Eres nervioso?» me pregunta. En mi boca recién limpiada esperaban, otra vez, los términos «generalmente» y «no», pero el movimiento compulsivo de mi pie me delató sin llegar a poder usarlos. Así que ya hemos resuelto el misterio de mi extraña sensibilidad dental: rechino los dientes por la noche, durmiendo (algo que me dijeron hace años, pero que yo, evidentemente, soy incapaz de comprobar), de forma que presiono las piezas superiores contra las inferiores y, además de levantarme con un extraño dolor en las articulaciones de la mandíbula que no había relacionado con esto, he reventado el cuello de varias piezas de mi boca, de forma que el esmalte y la dentina que protege la zona intermedia ha desaparecido y mis piezas son más sensibles a todo. Por delante cuatro reconstrucciones del cuello de la encía o del diente (no se ya de quién es el maldito cuello roto) a 50 pavos each y una férula de descarga para dormir a partir del mes que viene. Con todo, lo peor es descubrir que dos personas que no me conocen de nada, ni se conocen entre ellas, hayan llegado a la conclusión de que soy nervioso cuando yo creía que no lo era.

Ayer y hoy

No sé como llegué a ese vídeo, pero al final acabé ahí, viéndole. Entonces empecé a reirme, a carcajadas, no por el vídeo, sino por el recuerdo. El recuerdo me ha llevado a 1988, a una clase de música en el colegio. Aquellas clases consistían en intentar aprender lo que era un pentagrama, las notas, su colocación y cómo convertirlas en música con ayuda de una flauta. Y demostrarlo, claro. La demostración consistía en interpretar una pieza y había que hacerlo de uno en uno y los demás, mientras, escuchábamos. En general lo hacíamos, pero eso no era incompatible con leernos las revistas que para la ocasión las chicas se traían. Y allí estábamos, escuchando una y otra vez La canción de la alegría, mientras veíamos a las estrellas adolescentes del momento, las nuestras, y leíamos los consultorios sobre sexo, mi primera vez o el clásico «Cuéntaselo a Emma». En aquellas revistas descubrí a Jason Donovan y su pelo rubio rubísimo y su tazón. Yo quería tener un pelo así, porque por entonces tenía pelo como para poder desearlo, y para conseguirlo me lo aclaraba con manzanilla y todo. Nunca conseguí tenerlo igual, mientras lo tuve en aquellas cantidades, que ya casi ni recuerdo. No he podido dejar de recordar todo esto y reirme de ello y de mí al ver al hijoputa del Jason Donovan con casi el mismo pelo que hace más de 20 años. Ayer: Y hoy:

Cuarta

Nieva, otra vez, cuatro semanas después de la gran nevada, y por cuarta vez en este año (para mí quinta en este invierno). Suena Otis Redding en mi iTunes y me pregunto si me merece la pena salir de casa porque la experiencia me ha demostrado que los días con nieve que me quedo en casa me salen más pacíficos que los que salgo. Pero tengo que salir, porque hoy celebramos cuatro cumpleaños que suman 127 años y yo aporto el 25% de los mismos, así que sin mi la celebración sería como una mesa de cuatro patas, pero sin una de ellas. Un cumpleaños con gente que, cuando empezó a nevar el primer día, eran mis compañeros de trabajo y que ahora, cuando vuelve a nevar, cuatro semanas después, son lo mismo, pero con el prefijo ex- delante… Disfrutad de la nieve. A mi no me sale…

Eternidad

Tres meses después de cumplir los treinta y tres años Jesucristo murió, en teoría crucificado por los romanos, pero en realidad sacrificado por su padre que, cuentan, lo entregó para salvar a la Humanidad, después de varias horas de pasión. Así que con esa edad ya había hecho todo lo que tenía que hacer en la vida y, no sólo eso, pasó a la eternidad por aquello, tanto que dos mil años después estoy hablando de él aquí, en mi blog ateo. Un mes antes de cumplir los treinta y tres años y figuradamente, claro, viví algo parecido a Jesucristo, pero en orden inverso: primero me crucificaron y después me tocó vivir una pasión de varias semanas. Pero hoy, cumplidos los treinta y tres, y después de asumir que no sólo no tengo nada por lo que pasar a la eternidad sino que vuelvo a estar en la casilla uno de esta oca particular que a cada uno nos ha tocado vivir,  he decidido resucitar, tanto aquí como en el día a día. La pasión, el calvario, no ha terminado, ni mucho menos; en realidad no ha hecho más que comenzar, pero ahora, creo, estoy algo más preparado para hacerle frente, para conseguir hacer algo por lo que pasar a la eternidad. Lo conseguiré?

Definiciones

Las definiciones que te enseñan en la asignatura de Mantenimiento y Rehabilitación se asemejan a las que da el diccionario de la Real Academia. Demoler destruye la edificación existente, sin intencionalidad de recuperar nada. Derribar, en ese proceso, la desmonta, recuperando parte de los elementos construidos. Pero luego, en Análisis de los Sistemas y Procesos Constructivos, que depende de la Cátedra de Construcción, es al revés: el derribo es la destrucción sin recuperación de los elementos y la demolición el desmontaje de los elementos recuperables. Ahora entiendo por qué esta última asignatura fue la última que aprobé en la carrera, por qué tuvo que existir un verano entre el aprobado del examen de una y el de la otra. Veinte días después he quitado la bola de acero y sus dos mil kilos de peso. Con ella encima de todo, fue fácil seguir la vida: estaba ahí y nada se podía hacer. Pero al final, tras pensarlo, retiré la bola. Debajo me he encontrado los restos de esa construcción que tanto tiempo me había costado conseguir poner en pie. Desescombrando empecé a comprender el verdadero alcance; apenas unos segundos bastaron para destruirlo todo, el trabajo y el esfuerzo de días y años. Destruido. Hay algunas partes que no están inservibles del todo aunque no se podrán utilizar hasta que se reconstruya, al menos parcialmente, el edificio principal. Se salvan los cimientos, otra vez. Y ahora, de nuevo, tengo que partir de esos cimientos y levantar lo mismo, otra vez. Y ganas tengo, realmente, pocas.

Líneas

A la línea roja le da igual tu estado, le da igual si trabajas o no, si vienes o vas, si estás en casa o te vas fuera. Ella no entiende de situaciones, sólo la suya, que es aparecer todos los meses y hacer limpia de dinero en el banco. A ella se suma la naranja, más comedida, y controlable. Ambas forman el conjunto de gastos  y para hacerles frente está la línea azul… azul, cuál si no? La línea azul se amolda, ahora, a las circunstancias de la vida. Ella es condescendiente con la situación actual y ofrece felxibilidad, pero con fecha. Esa misión es de la línea azul claro, esa línea es la que en realidad dice qué cantidad de la azul oscura es realmente necesaria y qué otra prescindible. Y el día que esa línea azul claro cruce con el eje del tiempo ya no habrá marcha atrás. Ese es el plazo que tengo para modificar este gráfico y conseguir que todas las líneas, con independencia del color que tengan, estén por encima del cero. Gracias a todos, habituales de aquí o no, por los ánimos, los emilios, los esemeses y los mensajes del feisbuk. Gracias!