Mayo es como diciembre, pero sin cenas de empresa y sin paga extra. Se trabajan (al menos en la construcción) los mismos días que se libran, así que guay. Esta semana es de nuevo semana prepuente porque, aunque para la construcción este tampoco es un puente como tal (porque el viernes es fiesta de convenio) el hecho de que la fiesta del 15 sea local y la del viernes inexistente, sí genera sensación de puente. El jueves es el típico día en el que todo el mundo que trabaja pero no reside en Madrid aprovecha para ir al banco, a Hacienda, a comprar a saco a los centros comerciales de la periferia que sí abren y otras muchas cosas. Eso sí, siempre en coche. Esto propicia atascos como los de la operción salida, pero sin salir siquiera de tu localidad de residencia. Yo hace años que no saco el coche en la mañana de San Isidro porque es simplemente imposible. En fin, que aún quedan tres días de curro para que todo eso pase. Mis becarias y un compañero del departamento se van esta noche a Roma, así que estos dos días van a ser tranquilos por aquí. Aprovecharé para sacar trabajo, que otra cosa no, pero desde que tenemos bicefalia, abunda cosa mala. Encima de la mesa (y por el suelo) tengo cinco proyectos de diversa entidad. Tres económicas y tres técnicas (que me molan más y son más agradecidas, como dice mi madre). «Centro Social en Chiloeches» (técnica, que hay que currarse fetén para que sirva de puerta a otras que van a salir; por cierto este edificio va en una glorieta, never seen); «Adaptación de plantas 2ª y 3ª de Cardiopulmonar y Oncohematología en el Hospital del Bierzo», Ponfe (técnica también, que da un poquito de mal rollo porque hay que imaginarse las salas de espera con toda esa gente que espera para que le den quimio), «Reforma de un edificio del Ministerio de Economía en la calle Silva» de Madrid (económica, aunque la técnica se las trae: los camiones entrando por el McDonalds de Gran Vía sin semáforo y saliendo por el Nike Store; va a ser mítica esa obra); «Oficina para la Seguridad Social en Alcobendas» (económica) y, tachán, «130 VPP en Aranjuez» (económica y técnica) de 12 kilitos. No me gusta estudiar viviendas, pero alguna vez tenía que caer una de las pocas promociones públicas que aún salen a concurso. Todo esto en prácticamente 5 semanas y rezando para que no me enchufen más entre medias. Y para colmo una compañera de aquí me ha hecho una proposición indencente profesional para que le redacte un Proyecto de Segregación de la casa del pueblo… en Santander. Aún no sé si se lo haré, si me tocará subir este puente o qué, pero la propuesta está encima de la mesa… y son pelillas extra. A ver qué pasa. Mientras tanto seguiremos escuchando a los pesados del Atleti hablar y no parar. Parece que se hubieran clasificado para seminifinales de la próxima Champions y básicamente lo que están es preclasificados. Pero bueno, para una vez que llegan a algún sitio que no es segunda… Podría contar, ya que me he extendido más de lo habitual, la obra de teatro que 17 endividuos de la Copisa fuimos a ver el viernes, «Qué pelo más guay», pero voy a pasar para no alargarme más. O que ayer cuando cesó el diluvio universal descubrí que mis tulipanes que prometían salir ya no lo harán, que tengo la hiedra llena de miseria, que tengo que fumigar las plantas, que me han germinado 3 semillas por sorpresa que planté hace cosa de un mes y de las que no tenía esperanza, que el patio necesita un barrido de nivel intenso o que tengo unas margaritas naranjas que combinan a la perfección con el gris plomizo de este mayo raro. Pero me voy a quedar aquí y si algún tema interesa al público, lo ampliaré en próximas entradas.