Voluntad de Dios

En España no beber alcohol, por prescripción, por conciencia o por elección, sale más caro que beber, a la vista está. Suelen enseñarnos por la tele a los fanáticos. Siempre están lejos, en países lejanos y tienen unas costumbres muy diferentes a las nuestras, anacrónicas. Pero no siempre están tan lejos. A veces viven enfrente de nosotros. Hay cero de caricatura, pero cuando no conoces nada de esa realidad, es tan difícil de asimilar que no te la crees. Quien conozca mínimamente la forma de pensar y de enfrentarse al mundo de cualquier persona perteneciente al Opus o a cualquier otra sección o pensamiento religioso, político o futbolístico tan radical, se dará cuenta de que la película es suave, porque, si se mostrara tal cual es, en muchos de los casos hubiera sido demasiado increíble. Javier Fesser

Semana de la Arquitectura

Se celebra esta semana la Semana de la Arquitectura, que empezó siendo un sólo día: el primer lunes de octubre. Los primeros años yo fui muy fan; se podían visitar edificios que normalmente no, y yo estudiaba todavía, por lo que tenía tiempo y ganas. Ahora se ha masificado un poco (como todo), los horarios sólo son permisibles para estudiantes y jubilados y además cada año yo soy más y más perezoso… como el oso. Este año anduve buscando información con tiempo porque quería ver el CTBA, pero la visita es por fuera, y eso lo puedo hacer cualquier sábado por la mañana. Así que paso. En compensación por las fotos que hubiera hecho desde dentro, os dejo un reportaje que trae la revista del Colegio este bimestre sobre el edificio Caixa Forum de Madrid. Escaneado hoja-a-hoja. Sé que hay varios bloggers interesados, asínque: a disfrutarlo! [Caixa Forum] Paciencia, que tarda una miqueta en abrir.

Todos no

Todos los primos de mi familia paterna, mayores de 28 años a fecha de hoy, están casados. Todos menos una pequeña aldea gala que responde al nombre de RMN. Lo malo de ir de boda dos veces en menos de un mes es que comparas. Y más cuando aproximadamente el 50% de los invitados de las dos bodas son los mismos, porque las novias son primas y sus nuevos maridos amigos de toda la vida… En la de hace un mes, en la de mi hermana, me preguntaron varias veces por la mía, por mi boda, «y tú cuando?» El viernes oí a varias personas saltarme a la torera y mencionar que la próxima sería «la de Marta», que cumplirá los 28 en diciembre. Por fin la lógica acampa entre nosotros… Así que perfecto. Sólo espero que Marta tarde en casarse aún un tiempo, porque cada vez me apetece menos ir de boda y dar besos y apretones de mano y preguntar «qué tal?» y sonreir sin mucha gana y…

La vendimia

Pagaban cinco mil pesetas por día. Yo ya tenía mis exámenes de septiembre aprobados y mi matrícula hecha, así que me fui pensando que en un par de semanas me sacaría 70.000 pesetas (una barbaridad) con la que afrontar el curso 97/98. Duré dos un día. El domingo por la noche nos fuimos pronto a la cama porque al día siguiente había que levantarse a las seven para estar a las ocho «en el campo» (aún sonrío al recordarlo). Soy un patoso para todo, generalmente, pero hacia el mediodía había conseguido cogerle el truco a la navajilla y al proceso de agacharse, cortar el racimo, echarlo a la espuerta y, una vez llena, vaciarla en el remolque. Hasta ahí bien. Más o menos. Terminamos, volvimos a Fuensa, dimos una vuelta y nos fuimos pronto a dormir para repetir el proceso al día siguiente, como auténticos temporeros en Francia. El Rodol me despertó y entonces lo noté. Noté una sensación extraña: noté la nada. No era capaz de sentir mis manos, ni mis piernas, ni nada que estuviera por debajo del cuello. Creí que esa noche me había quedado tetraplejico. Pero eran agujetas. Las peores y mayores agujetas que he sufrido nunca. A duras penas llegué a la viña del Señor e intenté mantener el ritmo que imprimía el Rodol a la vendimia, pero yo era un cadáver rodeado de uvas. Ni las tabletas de glucosa del lunes, consumidas en cantidades cercanas a la sobredosis, habían conseguido librarme de ellas. Esa tarde volví a Madrid. El Rodol me excusó al día siguiente diciendo que mi abuelo se había puesto malo y había tenido que volver a casa, aunque todos sabían que el madrileño no había soportado el esfuerzo. Y era cierto. Saqué sólo diez mil pelas y me compré unos náuticos Snipe. Dice el Rodol que, todavía hoy, cuando se cruza con el dueño de la viña le pregunta por mi abuelo… Hoy esperaba levantarme así, pero por suerte, y dopado con Gelocatil, aquí estoy. Mis triceps (si es que yo tengo de eso) pesan, pero no duelen. Menos mal, porque esta vez no me llevo ni las diez mil pelas.

Un calvo por fila

Con esta gran frase La Olalla remató su argumentación sobre la media de edad y la procedencia del público que anoche abarrotaba abarrotábamos el Palacio de los Deportes de la Comunidad para ver en directo a Manolo García. Y es que la mayoría hemos coincidido una y otra vez desde los tiempos de El último de la fila, cuando íbamos a Las Ventas, con más pelo, menos años y las mismas ganas de pasarlo bien, de saltar y de entregarnos a alguien que, da igual el tiempo que pase, nunca nos defrauda y siempre nos da un rato inolvidable. Voy viviendo a mi manera, si conviene regando, pa que crezca la higuera, pa que crezca y de sombra, pa que dé sombra y frutos, y muchas primaveras; y muchas primaveras. Prefiero el trapecio /Manolo García /Arena en los bolsillos /1998

Newtons

El martes jugué un partido amistoso de pádel previo al campeonato de la Copisa, que empieza el día 6. Normalmente corro bastante de lado a lado de la pista porque mi compañero me dobla en peso y el que cubre por detrás soy yo, pero a veces no controlo la frenada y tengo que pararme contra el muro haciendo una flexión de rodilla y poniendo las piernas como un 4, de forma que el impacto final es el de la planta de mi pie contra el muro. En ocasiones no da tiempo a colocar la pierna o no queda sitio o no se puede y en esos casos, como el martes, impacto contra el muro. Bam! Teniendo en cuenta que, como dice la canción, un alto porcentaje de mi cuerpo son «huesos, unidos por muy poca piel» y que el muro de hormigón armado tiene una resistencia al impacto muy superior a mi peso, me llevé un golpe de 686,46 newtons como reacción del muro al impacto de mi peso, concentrados en la cadera. No tengo moretón, pero me duele, sobre todo cuando me tumbo de lado o boca abajo en la cama para dormir (mi postura perfecta) y todo mi peso (sic) recae sobre ese hueso. Y me duele!! Anoche me chiné un poco pensando en que igual tantos newtons sobre mis delicados huesitos habían provocado una microfisura en mi cadera, porque se me hace raro que no tenga moretón y me duela. Por suerte, el niño del vecino se puso a corretear por el piso a las doce y media de la noche y mi imaginación pasó de creerse un caso de House a otras cosas… pero hoy me sigue doliendo. Y esta noche salgo. Y me toca estar un buen rato de pie… Jo!

Los extraños

Anoche invité a nedrosed al preestreno de Los extraños, cortesía de elpais.com. Y por preestreno me refiero a ver al película antes del estreno oficial, que es hoy, porque ni alfombra roja, ni actores, ni casi gente, ni nada de nada. Solo palpitaciones. Y sustos; a un paso de la taquicardia. Y un mal cuerpo al terminar… como dice mi madre «también son ganas las que tenéis de ir a pasarlo mal». Y no le falta razón. Dura una hora y poco. Yo miré el reloj por primera vez cuando llevábamos cuarenta minutos. Y quería que acabara ya. Estaba tan agarrado al brazo de la butaca y tan en tensión, que acabé levantándola de su sitio. Y luego, en casa, de imaginaria, claro.

Confessions

El miércoles 3 de septiembre tuve que confesarme. Mi hermana se casaba dos días después y había que ensayar la boda. Ahora subes tú, lees esto, bajas, luego fulana, mengano se pone aquí y esas cosas. Eso creía yo, que iba en calidad de lector de la primera lectura del libro de Tobías y del salmo. Pero resultó que aquel ensayo era una confesión encubierta a la que me llevaron algo engañado. En lo que esperábamos a reunirnos con el cura pude verle en la distancia hablando con otro grupo. Tenía cara de cura, gafas y un aspecto que no me gustaba. Por el nombre me había imaginado un cura joven, de esos que van de jóvenes pero llevan alzacuellos todo el día. Pero no era así. Entramos a los salones parroquiales, donde no entraba desde hacía cienes de años, y entonces me encontré allí en la encrucijada. Entre un pasado y el presente. No quería confesar. Puedo asistir a cualquier ceremonia con respeto, aún mayor por haber sido parte de ella en el pasado, pero no quiero volver a integrarme en el sistema. Así que me debatía entre decirle abiertamente que no quería confesar, incluso no entrar, o dejarle hacer, confiando en que no fuera una confesión como tal sino una absolución (como la que me da Muse semanalmente). Al final entré. —Te llamas… —me pregunta mientras cierro la puerta. Dudé en darle la mano porque aquello parecía cualquier cosa menos un confesionario. —RMN. —Y eres… —El hermano de la novia —le dije mientras me sentaba frente a él en un despacho parecido a una consulta del médico. —El hermano… —y aquí hizo una pausa muy peliculera en la que estuvo eligiendo entre guapo, moreno, delgado, calvo o marica, para quedarse con— el hermano mayor de la novia. —El único hermano de la novia —rematé, para que fuera al grano. En ese momento debí decirle «el hermano agnóstico de la novia que no quiere confesarse y que está aquí porque ella ha elegido este rito», pero le dejé hacer. Me pregunta por mis errores y mis faltas. Intuyo que la cosa va a ir mal así que me pongo a la defensiva diciéndole que, como todos, cometo errores, de los que tomo conciencia y nota para solventarlos. «Por ejemplo?» No voy a entrar al trapo, pero es tarde para irme o cortar la confesión, así que toreo sin ejemplos concretos diciéndole que en general todos esos errores tienden a hacernos mejores. Mi planteamiento es que Dios, de exisitir, me ayuda poco en el día a día y por eso no cuento con él tanto como conmigo mismo. El suyo es buscarme puntos flacos. «Falta de paciencia, tal vez?» me insiste. En ese momento le aparté la mirada tratando de que notara mi indiferencia en la conversación. «Tal vez». La notó, porque acto seguido levantó sus manos hacia mi, como si yo estuviera poseído y pidió a Dios varias cosas para mi, mientras yo observaba la habitación aprovechando que sus manos quedaban entre mis ojos y los suyos y no me veía. Quizás en una iglesia, dentro, o en un confesionario de madera, con enrejado y cortinilla como toda la vida, hubiera puesto algo de interés. Pero en una habitación con tubo fluorescente en el techo, una virgen de Fátima de medio metro a un lado de la mesa, y una mochila de Puma y una bolsa de Los Guerrilleros a los pies no era capaz. —En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo —y me levanté, dándole las gracias y saliendo por la puerta. Cuando por fin se produjo el encuentro que yo esperaba sin confesiones comenzamos a hablar de cómo sería la ceremonia. Para entonces él estaba absolutamente convencido de que yo sobraba en esa reunión. Lo estaba porque se mostró sorprendido de que yo fuera quien haría la primera lectura y el salmo. Y más aún cuando supo que el ritual que se repartiría entre los asistentes y que él tenía entre las manos lo había escrito, diseñado y encuadernado yo. —Que no practique no significa que no me documente para hacer las cosas —le dije, pedantemente, desde el rencor que su cara de sorpresa me provocaba. Dos días después, en la boda, me saludó y me dió la enhorabuena por la boda y por lo bien que había «sabido transmitir la palabra de Dios». No hay que prejuzgar a la gente por unos pantalones pitillo, padre.

Gráficamente

Al pisar Atocha esta noche tras bajar del AVE tenía la sensación de que volvía de un viaje larguísimo. De hecho, un día de la semana pasada, durante estas vacaciones que aún disfruto, tuve la sensación de que llevaba una eternidad fuera de casa. Eché cuentas y resultó que solamente había llegado a la mitad, que estaba en pleno ecuador vacacional; y no sólo de los días que estaría fuera de casa, sino del total. Menudo subidón! Lo que necesitaba estas vacaciones… El tren que me llevó a Alicante era un Alvia, pero el ambiente olía a película de Paco Martínez Soria: gente con gorra y aspecto playero, sombrilla included, y alguna caja de cartón. En Alicante paseito, después de unas copas, por los alrededores del puerto, que en octubre de este año dará la salida a la Vuelta al Mundo de Vela. Y las obras están sin terminar, claro. En Alicante ondea mucha bandera de España y poca senyera, y nos enteramos de que iba ganando el Madrid el partido de vuelta de la Supercopa porque se oía a la gente cantar los goles desde sus casas. Hasta cohetes tiraron… como en Madrid. A pesar de tener monstruosidades de 21 plantas (tres veces mi posición) en nuestro camino a la playa (y en la visual también) no había excesiva cantidad de gente en ella. Claro que nosotros amanecimos cuando la gente decente estaba volviendo a sus casas a comer. De tres días de playa sólo el primero hubo bandera verde. El resto, roja, que este año debe estar de moda. Si podéis acoplaros a pasar las vacaciones en casas de amigos es muy recomendable que, además, sepan cocinar, porque se ahorran muchas pelas y comes cosas ricas, ricas, y con fundamento: La paellita se la marcó el Deivid, que es un artista. Dice que “es muy fácil”. Este edificio podría pasar perfectamente como el pabellón de cualquier sitio en cualquier expo, pero es una iglesia. Y este otro, si no fuera por las palmeras podría estar en la Gran Vía. Es más, me enseñan la siguiente foto y digo que es la cabecera de “Corrupción en Miami”. Pero todo es Alicante. El martes nos fuimos a buscar una playa natural que, aunque parezca mentira, quedan. Esto es lo que había frente al mar: cero construcciones. El problema fue que había bandera roja porque soplaba un viento tal, que cuando entramos en el coche notamos paz al dejar fuera su sonido. Al llegar a casa tenía la sensación de que había pasado por el chorro de arena, como los que se usan para limpiar fachadas de piedra; exfoliante gratis. Y además cansado, porque para realizar tareas como abrir el periódico, pasar una hoja o encender un cigarro había que hacer un esfuerzo titánico. Eso no impidió que saliéramos “un ratito” que acabó casi a las siete de la mañana. Con semejantes horarios, el miércoles nos dio tiempo a más bien poco, pero aún así bajamos un ratín a la playa para ver la segunda bandera roja. Y fin. En el aeropuerto de Alicante facturé mi maleta sin que absolutamente nadie me pidiera el DNI hasta el embarque (esto es normal?) y monté en un avión que me llevó al aeropuerto del Prat, donde nos tuvieron diez minutos dentro, esperando porque no llegaba la escalerilla para bajar… En Sitges hace (hacía hasta hoy) considerablemente más calor que en Alicante. Eso lo comprobé la primera noche, que dormí así así, y el primer día, que lo pasé en casa porque Mariàn me tenía reservado un encarguito. Es lo que tiene. Te acoplas por la cara un año, y otro, y otro, pero todo tiene un precio. Y el mío este año era montarle una suerte de collage con fotos de la gente de la obra para la despedida de una compañera. Y yo, que soy un artista, echando un par de cuentas sobre proporciones y con la única ayuda del Paint (tela) y del ACDSee le compuse una cosa sencillita, con la que quedó de puta madre en la ofi. Luego me bajé a la biblioteca a mandarle la foto por mail (sus vecinos no comparten el wifi) y me di una vuelta peligrosa en la que me enamoré de dos pares de zapatos/zapatillas. Volví solo a casa pero dudé si a Madrid llegaría solo también… El viernes me desquité y me pasé el día en la playa. Me tosté a gusto en una playita (que quiere ser una cala), que está debajo de casa, acompañado por la música de Muse en el iPod y rodeado de gente perfecta, como la del anuncio de Nestea, con unos cuerpos perfectos que te hacen sentir como el hermano feo de los Hermanos Calatrava. De camino a casa pasé por delante de la reja oficial del FC Barcelona. Después de una intensa sesión de charleta la noche del viernes, el sábado amaneció así de radiante, aunque lo descubriéramos 6 horas después de salir el sol. Después de comer nos bajamos un rato a la playa, dimos un paseito, me compré unas pulseras… vamos, lo de todos los años. Y por la noche salimos con unos amigos del curro. Del suyo, claro. Yo pensaba que Sitges era un importante destino gay, pero resulta que no. Bueno, sí, lo es; pero le supera, y de largo, el negocio de las despedidas de soltero/a. Me quedé como el Madrid: a una de la décima. Que yo viera, nueve despedidas de soltero/a (3 de tíos y 6 de tías) en apenas tres horas. Con madres y padres y todo… tela. El domingo fue mi santo. En la TV3 daban “tempestes en tot el país” pero aún así nos bajamos a la playita del Nestea al mediodía. Y como no daba el sol, me pegó bien el aire… y el moreno Zaplana empezó a concretarse… Lo que tiene no tener mucho dinero es que te tienes que conformar con irte al extranjero dentro de tu propio país. Porque Catalunya es un país dentro del país, claro que sí. Y como tal hay que ver sus cosas tradicionales y sus comidas y sus historias. Yo llevo viniendo anualmente desde hace cuatro, pero hasta el domingo no había presenciado nunca de cerca un castell. Reconozco que es raro que alguien que mide casi dos metros sienta vértigo al ver hacer estas cosas, pero es así: me daba vértigo verles. Y tan cerca más. Ganaron los de granate, de Sitges (los del vídeo), a los de Mataró y a los de Terrasa. Entre castell y castell descubrí esta tercera maravilla. Dónde están estas zapaterías en Madrid? Por qué sólo veo estas cosas aquí? Para contrarrestar el efecto Prada, unas sandalias de 3 euros. Qué fue primero: la sandalia o el nido de Pekín?? Insisto en la conveniencia de que vuestros anfitriones sepan (y quieran) cocinaros cosas ricas, ricas, ricas, y con fundamento. Y ricas, otra vez. Madre mía cómo estaban esos espaguetis!! Ayer lunes me subí a Barcelona a comprarme unas camisetas en una tienda que descubrí la última vez que estuve, a buscar una corbata que me gustara o gustase más que la que me he comprado en Madrid para el bodorrio del divendres y a dar un paseito por la ciudad, que nunca está de más. Miré corbatas en tiendas muy, pero que muy pichis del paseo de Gràcia pero no encontré nada que superara mi elección. Luego me bajé hacia las Ramblas, me escoré a la izquierda y llegué al mercado de Santa Caterina aunque tarde, porque ya habían cerrado y no pude entrar. Me fui a buscar mi tienda de camisetas, pero en su lugar ahora hay un Enjabonarte. Mal. Me puse a pasear buscando un banco a la sombra y me encontré una trasera impresionante: Y entonces, cuando ya pensaba que no vería ninguna… pum! La primera. Y al girar la esquina… pum! La segunda. Ya no era capaz de dejar de cruzarme con obras de la Copisa así que me bajé al Port Vell, me tomé un café, miré el correo en el móvil e hice tiempo hasta las cinco. A las cinco volví para el Born, porque a esa hora ya estaban abiertas todas las tiendas. Apunté varios sitios en la lista de “sitios donde ir al día siguiente de que me toque el Euromillones” y me compré una camiseta relativamente barata. Visto mi ya escaso presupuesto y las muy extensas propuestas de consumo que ofrecía la ciudad opté por retirarme a tiempo antes de gastarme parte o todo de lo que mentalmente había reservado para esto: No siento nada de culpa. Ni siquiera un poco. Es más, estoy con ellas como “un chico con zapatos nuevos”. Más bonitas… Me las puedo poner con el chaqué?? Cordones llevan… Y hoy martes para acabar, después de fotografiar este molinillo (más gay y más complejo aún que el mío, porque son 3 en 1 y cada uno gira en un sentido distinto) me bajé a la playa a terminar de dorarme cual pollo al’ast mientras preparaba este pedazo de entradón (largo y con cienes de fotos). Y luego el AVE de vuelta a los madriles (a 301 km/h de punta) y en casa otra vez. Debería empezar a pensar ya en la rutina del día a día, en la vuelta al cole, pero paso, porque me queda, todavía, una semana entera de vacaciones. Otra más. Y la voy a dedicar a ordenar mentalmente las fotos buenas, las otras, las que no hice. Las mejores.

20% Gratis

Mis tres semanas de vacaciones traían un 20% gratis como el bote de desodorante, la bolsa de detergente o el nesquik. Y como en los días ya gastados no he hecho prácticamente nada productivo mas que perrear, juguetear con el ordena, dormir, ver tele, dormir, ver tele, dormir, salir (sólo un poquito, hasta las 6 un martes), algún compromiso familiar y dormir, puedo considerar ese 20% gratis gastado y afrontar por delante tres semanas de vacaciones completas, tres. A estrenar. Sólo me falta engordar. Empieza con v…

The final countdown

La cuenta atrás llegó a su final. Por partida doble. Hoy se me termina el curso. Hace muchos, muchos años fijé la fecha del catorce de agosto como el fin de curso. Hasta aquí el presente y desde mañana el siguiente. Esta noche siempre es víspera de fiesta y además aquí son fiestas así que me aseguro fuegos artificiales, música y gente en la calle como en nochevieja. Pero sin uvas, claro. Hoy además (por fin) empiezo las vacaciones. Sobra explicar que las necesitaba mucho, mucho, mucho este año. Y por fin llegaron. Casi un mes para desconectar (necesitaré un par de horas) y olvidarme (otra más) del curro por una temporada. A la vuelta seguirá allí, seguro que con más sorpresas, así que mejor olvidarme y volver con ganas renovadas y muchos planes por cumplir encima de la mesa. Así que esto parece una despedida. Aunque dejo varias entradas programadas, la primera semana estaré todavía en casa; hay zarzuela, un cumple, sesiones de horas y horas de sueño atrasado, algo de bricomanía y luego diez días de playa, alvias, aves y aviones. Cuando llegue a la costa mendigaré algún wifi, y siempre me quedará mi Vodafone live! por lo que no creo que me desconecte del todo. Y otra semana más de reenganche con boda included. Prometo no desaparecer mucho y seguir estado en la zona mixta. Besos para todos!

Ochos

Recuerdo la pantalla de aquel reloj digital Casio. Era una fecha graciosa. Y en un Casio digital, el ocho del ocho del ochentayocho a las ocho y ocho con ocho segundos, aunque fuera PM, significaba que se completaban casi todos los palitos de casi todos los números. Qué cosas. Veinte años después, con menos ochos y más ceros en la cifra, publico el post 600. Como el coche. Muchos años después de aquella fecha, y de esta de hoy, ocurrirá. Nosotros no lo veremos, ni nuestros hijos, ni nuestros nietos. Pero los nietos de nuestros nietos, si no se cargan la tierra antes con guerras, cambio climático, epidemias o no cae un meteorito, si nada de eso ocurre verán a un chino montar eso, un chino, pero en la Luna. Y venderá alcohol, tabaco y papel de fumar aunque lo prohíba la Ley. Exactamente igual que ahora. Porque esta tarde ha quedado claro que los chinos sólo necesitan retos. Les sobra paciencia, constancia, dedicación y entrega en tratar de conseguirlos. Gallardón, sisisi, derriba la peineta y construye un nido. Qué maravilla de estadio! Aún tengo la boca abierta.

Gustazo

Por primera vez en unos tres meses o así he podido acostarme sin dejar un despertador/alarma/móvil al cargo de levantarme. Qué gustazo. El jueves fui a la zarzuela. Por segundo año en los jardines de Sabatini, al pie del Palacio Real, con un poquito de fresquito, vimos Un año pasado por agua, adaptación a los tiempos que corren de la revista de actualidad de la época. La roja, los túneles, Gallardón, la crisis. Bien, entretenida. Después La Revoltosa, con Felipe y Maripepa. Ésta aún mejor. Se nota de quién somos hijos porque el pie de mi hermana, el mío y el de mi madre se movían al unísono con la música. El viernes cedí mi casa para celebrar tres cumpleaños. El más reciente fue hace mes y medio. Yo ponía la casa, como si fuera una casa rural, y las celebrantes todo lo demás. Apetece reunirte con los amigos, y en casa propia más, aunque me descolocó un poco el momento pasando-politonos-de-Caillou. Comida preparada, café, helado, vaquita de mus y jugueteo con la pequeña Paula. El molinillo, con todo lo que dio de sí en su día, cumplió con la misión que le tenía encomendado y me regaló esta esperada foto. El sábado me invitaron a la final del Campeonato de España de recortes en Las Ventas. Ambiente de provincias, chonis, malotes de botellón, familias con pancartas y 15 aspirantes. Revalidó el título el dorsal 14 que era el actual Campeón. Me podía haber quedado en casa, pero al menos me dio un poco el aire, que falta me hacía. Ayer domingo planché mientras France2 nos ofrecía imágenes de París desde el helicóptero. Sólo por esas imágenes merece la pena ver la última etapa del Tour. Pero además es que ganaba uno de los nuestros, tan nuestro que nació muy cerquita de casa. Qué cosas, verdad? Yo me enteré ayer.