Perspectiva
La vía sigue un trazado dirección al norte. Tomo el tren unos metros antes de que empiece a girar hacia el este; cada metro que avanza, además, toma altura, situándonos a varios metros del suelo. Vuelve a parar en una estación que parece que flota en el aire, arranca de nuevo y al dejar atrás los edificios nos ofrece un travelling de la ciudad de Madrid. En días claros, como hoy, muestra de fondo el Sistema Central cubierto por una manta blanca que no deja distinguir las cumbres. Delante la ciudad, plana, horizontal y despuntando de ella, su skyline: Torrespaña, torres de Valencia, Jerez, Madrid, España, Europa, Picasso, BBVA, Puerta de Europa y, doblando la altura de todas, las cuatro torres, que desde el tren parecen solo dos. Desearía que el tren subiese más, se elevase como la bici de Eliot y nos dejase ver la ciudad como una maqueta. La imagen desaparece bruscamente bajo una autopista; entramos en zona urbana y al fondo, sobre las primeras edificaciones, aún se distingue la coronación de algunas torres. El tren para de nuevo, antes de volver a girar de nuevo y definitvamente al norte. Alternamos estaciones descubiertas con otras soterradas, tramos de túnel y sobre rasante; catenaria, traviesas, raíles, vallado perimetral, luces que van y vienen según avanza el tren en la negrura del túnel, al sol en algunos tram0s. Entonces ocurre. El tren sale del túnel para sobrevolar el río y la M30 y en ese momento, y en días claros y despejados como hoy, sin contaminación, las cornisas de las cuatro torres se alinean con los demás edificios. Apenas dura unos segundos, pero durante ese tiempo, la orografía y la visual se asocian para que esos colosos sean de la misma estatura que las demás torres, que ahora se mezclan con bóvedas religiosas y edificios de viviendas, sin destacar por nada, pasando inadvertidos, buscando el punto donde se fugan todas las líneas de la perspectiva. La imagen se apaga de nuevo; el tren vuelve a entrar en el túnel otra vez.