24 puntos

Los primeros siete llegaron de forma fortuita y muy temprana. Yo tenía dos o tres años y corría jugando delante de mis primos mayores con el sonido de nuestras madres de fondo diciéndonos aquello de «cuidado, os vais a hacer daño». Yo me lo hice, frenando con mi frente contra el marco de una puerta, a consecuencia de lo cual me abrí una brecha para la que fueron necesarios siete puntos. En el centro de la parte alta de la frente, unos milímetros a la izquierda. Durante muchos años esos siete puntos fueron mi única marca, sin más cicatrices ni operaciones ni huesos rotos; y además discretos, al tener un flequillo que los ocultaba. Con los años el flequillo desapareció y la cicatriz se mimetizó con mi frente hasta casi desaparecer.

Hace un mes entré en un quirófano por primera vez. Me operaban de una hernia inguinal bilateral, dos cortes a 45 grados a ambos lados de mi abdomen. Esta vez fueron seis y ocho grapas respectivamente. Grapas con el aspecto integral de grapas Petrus de papelería, más molestas que desagradables, que me retiraron a los quince días. Ayer se cumplía un mes de mi operación y al despertar por la mañana comprobé que estaba prácticamente recuperado, a excepción del propio proceso de cicatrización, que siempre lleva algo más de tiempo. Un buen momento para recuperar la vida completa que había tenido pausada en parte. Pero el destino quiso que anoche ese estado cambiara bruscamente. De la forma más absurda posible, un cuchillo que sujetaba mi mano derecha y que debía abrir el envase de un trozo de lomo, salió despedido con fuerza del plástico para cortarme tres centimentros en la zona dorsal de la prolongación del dedo pulgar de la mano izquierda.

No sé por qué motivo después de eso, y de llamar a mi padre para que viniera a buscarme y me llevara a urgencias, me bajó la tensión, perdí el conocimiento y, en palabras del parte, sufrí «un síncope» en los diez minutos que pasaron desde que monté en el coche hasta que me cosieron la herida, sin importancia por otro lado. Cuando empecé a encontrarme mejor descubrí que recibía suero por una vía colocada en la mano derecha y que en la izquierda, que tenía adormecida, un apósito ocultaba una marca nueva: tres puntos más de sutura, que hacen un total de 24 repartidos por mi cuerpo. De vuelta a casa, ya en la cama, sonreí al sentir el alivio de que la nueva cicatriz deshace la simetría que, llamadme loco, mis anteriores marcas formaban.

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