Yo también estuve

Yo también estuve en el apagón de 2003. Así que responderé a la entrevista como Gemma Mengual. Pregunta. ¿Dónde estaba cuando la ciudad se quedó sin luz? Respuesta. Estábamos en la isla Ellis. Veníamos de ver la Estatua de la Libertad y hacíamos cola para entrar al Museo de la Inmigración. Sonaron las sirenas y nos dijeron que cerraban. P. ¿Volvieron o se quedaron? R. Volvimos, claro. Nos advirtieron en la cola para el ferry que no había luz en la ciudad y que tampoco funcionaba el metro ni los semáforos. La gente estuvo controlando el tráfico en los cruces con bengalas. No se sentía caos en la gente, solo preocupación. P. Supongo que el hotel estaría patas arriba. R. Era nuestra primera noche en ese hotel y llegamos a oscuras. Nos dejamos la llave puesta por fuera y al día siguiente nos avisó el recepcionista. De eso y de que seguíamos sin luz. P. ¿Sus recomendaciones para los que visiten Nueva York? R. Ir a ver lo que dicen las guías pero no siguiendo el camino que te marcan. Lo mejor de NYC es lo que no sale en las guías. P. ¿Algún otro consejo? R. Desayunar un brunch el sábado.

Otro más

Este fin de semana estuve de boda en Guadalupe, Cáceres. La boda era el sábado, pero nos fuimos el viernes para que el sábado no nos pillara sin calentar. Nosotros íbamos en calidad de amigotes del novio; nosotros somos esos que aguantaron sus borracheras, sus continuos «no me voy a echar novia nunca» y otros improperios que, por respeto al género femenino, no voy a reproducir aquí. Superada esa etapa y engañada la novia para que se casara con él, nuestro papel en la boda era claro: disfrutar y montarla. Le retuvimos hasta las 3 de la mañana el viernes, le agobiamos antes de que se vistiera, le hicimos fotos antes, durante y después y tras todo esto nos dedicamos a comernos todo lo que cayó en nuestra mesa y, sobre todo, a bebernos cualquier cosa que nos echaran en las copas. Esta es la primera barra libre de la historia que lleva a la quiebra a una sala de fiestas… Como Vicentín: «siempre a tope». Ayer recogimos los restos que quedaban de cada uno y nos volvimos. De allí me traje una toalla de manos, un libro («Uso exclusivo de la Hospedería») y cienes de fotos, aun yendo sin cámara. Por tener un recuerdo… Pero por contra me dejé la voz (ya van dos días utilizando el lenguaje de signos) y a un amigo, que en apenas 30 minutos pasó de ser soltero a tener mujer, libro de familia, 5 cuñadas/os y 9 sobrinas/os. Ya verás cuando lleguen los reyes…