Al pisar Atocha esta noche tras bajar del AVE tenía la sensación de que volvía de un viaje larguísimo. De hecho, un día de la semana pasada, durante estas vacaciones que aún disfruto, tuve la sensación de que llevaba una eternidad fuera de casa. Eché cuentas y resultó que solamente había llegado a la mitad, que estaba en pleno ecuador vacacional; y no sólo de los días que estaría fuera de casa, sino del total. Menudo subidón! Lo que necesitaba estas vacaciones… El tren que me llevó a Alicante era un Alvia, pero el ambiente olía a película de Paco Martínez Soria: gente con gorra y aspecto playero, sombrilla included, y alguna caja de cartón. En Alicante paseito, después de unas copas, por los alrededores del puerto, que en octubre de este año dará la salida a la Vuelta al Mundo de Vela. Y las obras están sin terminar, claro. En Alicante ondea mucha bandera de España y poca senyera, y nos enteramos de que iba ganando el Madrid el partido de vuelta de la Supercopa porque se oía a la gente cantar los goles desde sus casas. Hasta cohetes tiraron… como en Madrid. A pesar de tener monstruosidades de 21 plantas (tres veces mi posición) en nuestro camino a la playa (y en la visual también) no había excesiva cantidad de gente en ella. Claro que nosotros amanecimos cuando la gente decente estaba volviendo a sus casas a comer. De tres días de playa sólo el primero hubo bandera verde. El resto, roja, que este año debe estar de moda. Si podéis acoplaros a pasar las vacaciones en casas de amigos es muy recomendable que, además, sepan cocinar, porque se ahorran muchas pelas y comes cosas ricas, ricas, y con fundamento: La paellita se la marcó el Deivid, que es un artista. Dice que “es muy fácil”. Este edificio podría pasar perfectamente como el pabellón de cualquier sitio en cualquier expo, pero es una iglesia. Y este otro, si no fuera por las palmeras podría estar en la Gran Vía. Es más, me enseñan la siguiente foto y digo que es la cabecera de “Corrupción en Miami”. Pero todo es Alicante. El martes nos fuimos a buscar una playa natural que, aunque parezca mentira, quedan. Esto es lo que había frente al mar: cero construcciones. El problema fue que había bandera roja porque soplaba un viento tal, que cuando entramos en el coche notamos paz al dejar fuera su sonido. Al llegar a casa tenía la sensación de que había pasado por el chorro de arena, como los que se usan para limpiar fachadas de piedra; exfoliante gratis. Y además cansado, porque para realizar tareas como abrir el periódico, pasar una hoja o encender un cigarro había que hacer un esfuerzo titánico. Eso no impidió que saliéramos “un ratito” que acabó casi a las siete de la mañana. Con semejantes horarios, el miércoles nos dio tiempo a más bien poco, pero aún así bajamos un ratín a la playa para ver la segunda bandera roja. Y fin. En el aeropuerto de Alicante facturé mi maleta sin que absolutamente nadie me pidiera el DNI hasta el embarque (esto es normal?) y monté en un avión que me llevó al aeropuerto del Prat, donde nos tuvieron diez minutos dentro, esperando porque no llegaba la escalerilla para bajar… En Sitges hace (hacía hasta hoy) considerablemente más calor que en Alicante. Eso lo comprobé la primera noche, que dormí así así, y el primer día, que lo pasé en casa porque Mariàn me tenía reservado un encarguito. Es lo que tiene. Te acoplas por la cara un año, y otro, y otro, pero todo tiene un precio. Y el mío este año era montarle una suerte de collage con fotos de la gente de la obra para la despedida de una compañera. Y yo, que soy un artista, echando un par de cuentas sobre proporciones y con la única ayuda del Paint (tela) y del ACDSee le compuse una cosa sencillita, con la que quedó de puta madre en la ofi. Luego me bajé a la biblioteca a mandarle la foto por mail (sus vecinos no comparten el wifi) y me di una vuelta peligrosa en la que me enamoré de dos pares de zapatos/zapatillas. Volví solo a casa pero dudé si a Madrid llegaría solo también… El viernes me desquité y me pasé el día en la playa. Me tosté a gusto en una playita (que quiere ser una cala), que está debajo de casa, acompañado por la música de Muse en el iPod y rodeado de gente perfecta, como la del anuncio de Nestea, con unos cuerpos perfectos que te hacen sentir como el hermano feo de los Hermanos Calatrava. De camino a casa pasé por delante de la reja oficial del FC Barcelona. Después de una intensa sesión de charleta la noche del viernes, el sábado amaneció así de radiante, aunque lo descubriéramos 6 horas después de salir el sol. Después de comer nos bajamos un rato a la playa, dimos un paseito, me compré unas pulseras… vamos, lo de todos los años. Y por la noche salimos con unos amigos del curro. Del suyo, claro. Yo pensaba que Sitges era un importante destino gay, pero resulta que no. Bueno, sí, lo es; pero le supera, y de largo, el negocio de las despedidas de soltero/a. Me quedé como el Madrid: a una de la décima. Que yo viera, nueve despedidas de soltero/a (3 de tíos y 6 de tías) en apenas tres horas. Con madres y padres y todo… tela. El domingo fue mi santo. En la TV3 daban “tempestes en tot el país” pero aún así nos bajamos a la playita del Nestea al mediodía. Y como no daba el sol, me pegó bien el aire… y el moreno Zaplana empezó a concretarse… Lo que tiene no tener mucho dinero es que te tienes que conformar con irte al extranjero dentro de tu propio país. Porque Catalunya es un país dentro del país, claro que sí. Y como tal hay que ver sus cosas tradicionales y sus comidas y sus historias. Yo llevo viniendo anualmente desde hace cuatro, pero hasta el domingo no había presenciado nunca de cerca un castell. Reconozco que es raro que alguien que mide casi dos metros sienta vértigo al ver hacer estas cosas, pero es así: me daba vértigo verles. Y tan cerca más. Ganaron los de granate, de Sitges (los del vídeo), a los de Mataró y a los de Terrasa. Entre castell y castell descubrí esta tercera maravilla. Dónde están estas zapaterías en Madrid? Por qué sólo veo estas cosas aquí? Para contrarrestar el efecto Prada, unas sandalias de 3 euros. Qué fue primero: la sandalia o el nido de Pekín?? Insisto en la conveniencia de que vuestros anfitriones sepan (y quieran) cocinaros cosas ricas, ricas, ricas, y con fundamento. Y ricas, otra vez. Madre mía cómo estaban esos espaguetis!! Ayer lunes me subí a Barcelona a comprarme unas camisetas en una tienda que descubrí la última vez que estuve, a buscar una corbata que me gustara o gustase más que la que me he comprado en Madrid para el bodorrio del divendres y a dar un paseito por la ciudad, que nunca está de más. Miré corbatas en tiendas muy, pero que muy pichis del paseo de Gràcia pero no encontré nada que superara mi elección. Luego me bajé hacia las Ramblas, me escoré a la izquierda y llegué al mercado de Santa Caterina aunque tarde, porque ya habían cerrado y no pude entrar. Me fui a buscar mi tienda de camisetas, pero en su lugar ahora hay un Enjabonarte. Mal. Me puse a pasear buscando un banco a la sombra y me encontré una trasera impresionante: Y entonces, cuando ya pensaba que no vería ninguna… pum! La primera. Y al girar la esquina… pum! La segunda. Ya no era capaz de dejar de cruzarme con obras de la Copisa así que me bajé al Port Vell, me tomé un café, miré el correo en el móvil e hice tiempo hasta las cinco. A las cinco volví para el Born, porque a esa hora ya estaban abiertas todas las tiendas. Apunté varios sitios en la lista de “sitios donde ir al día siguiente de que me toque el Euromillones” y me compré una camiseta relativamente barata. Visto mi ya escaso presupuesto y las muy extensas propuestas de consumo que ofrecía la ciudad opté por retirarme a tiempo antes de gastarme parte o todo de lo que mentalmente había reservado para esto: No siento nada de culpa. Ni siquiera un poco. Es más, estoy con ellas como “un chico con zapatos nuevos”. Más bonitas… Me las puedo poner con el chaqué?? Cordones llevan… Y hoy martes para acabar, después de fotografiar este molinillo (más gay y más complejo aún que el mío, porque son 3 en 1 y cada uno gira en un sentido distinto) me bajé a la playa a terminar de dorarme cual pollo al’ast mientras preparaba este pedazo de entradón (largo y con cienes de fotos). Y luego el AVE de vuelta a los madriles (a 301 km/h de punta) y en casa otra vez. Debería empezar a pensar ya en la rutina del día a día, en la vuelta al cole, pero paso, porque me queda, todavía, una semana entera de vacaciones. Otra más. Y la voy a dedicar a ordenar mentalmente las fotos buenas, las otras, las que no hice. Las mejores.