Charcos

El cielo llevaba un buen rato dando miedo, de lo oscuro que estaba, hasta que a las cinco y cuarto se ha caído literalmente sobre Madrid. Yo lo ví caerse montado en un Avant camino de Ciudad Real. Nunca había hecho ese recorrido de día, siempre que bajé a Sevilla lo hice de noche y el camino de vuelta, de día, siempre lo hice durmiendo, así que mientras el cielo caía sobre Madrid y nosotros nos alejábamos, alterné la sección de Madrid del periódico con vistazos al paisaje que aparecía por mi derecha y desaparecía por mi izquierda.

Hoy he descubierto que hay dehesas en alguna zona entre Toledo y Ciudad Real, y que no son pequeñas. Y he descubierto que, hasta la fecha, Ciudad Real es la ciudad con más charcos que conozco. No encontré un solo paso de cebra con barbacana sin charco, ninguna intersección de calles sin charco y, lo peor, la zona peatonal, mal solada de granito tenía más de los que se pueden consentir. No me hubiera importado si la zapatilla no se hubiera despegado un poco de la suela y el agua entrara a saludar a mis deditos.

También descubrí que el Colegio de Aparejadores de Ciudad Real es el más feo y menos glamuroso que conozco. Un Colegio profesional no tiene que ser glamuroso, sólo faltaba, pero en estos sitios, los profesionales (entre los que me encuentro en este caso) son muy de que el Colegio sea lo más. Tiene sentido pensarlo, qué mejor escaparate para los nuevos materiales y la buena construcción que el propio Colegio, emblema de la profesión. El de Ciudad Real es un piso. Una oficina, que prometía ser grande por dentro, en la entreplanta de un edificio, pero con todo el aspecto de ser un piso. Y aquí tirando la casa por la ventana para hacer del Colegio lo más.

Me tomé una cocacola para hacer un rato y llamar a un amigo que cumplía años. Al pedirle la cuenta el camarero me pregunta por «el proyecto». No ha podido, dice, evitar oír la conversación. No sé por qué, pero le he explicado que para montar un andamio es necesario visar un documento de montaje en un Colegio Profesional y aquí estamos, en Charco Real a visar. «Que vaya bien, y no pase nada» me dice. Eso espero.

8 thoughts on “Charcos

  1. La familia de mi madre es de un pueblo de Ciudad Real y refuto tu punto de vista: Ciudad Real es horrible y fea hasta decir basta.
    Mires por donde mires el pueblo, Ciudad Real es un pueblo, no hay nada que se salve; fea, gris, sucia, mal estructurada, mal señalada, sosa, triste, envejecida, etc…
    Vamos, que Cuenca es una belleza a su lado.
    Espero que tus deditos no se mojaran mucho y no te hayas resfriado.
    Ale, con el visado de vuelta!!

  2. Yo flipo con el camarero….tanto se aburre que escucha conversaciones ajenas y encima se atreve a preguntar? que fuerte!!

    Pobres deditos los tuyo, espero que los metieras en agua caliente al llegar a casa para compensarles por lo menos… jeje

    Y que me dices de encontrar el Colegio en un piso? por favor, osea que poco chick, así no se puede ser profesionallllll se necesita un Cole super chulo, no? juas juas

    Txutxines

  3. Según lo cuentas parecías el llanero solitario chacho, y podrías haber transcrito la conservación del camarero que son muy peculiares hablando…

  4. Supongo que Isas quería decir «conversación»…

    Otto resumió en dos líneas lo que yo trataba de decir en cuatro párrafos. Era gris hasta aburrir, húmeda, fría y no estaba desierta, pero para ser una capital de provincia, había muy poca gente. Ni siquiera por el centro, ni en el bar, donde había cuatro o cinco viejetes jugando al dominó.

    Llego a pensar que el AVE va tan rápido que hasta se mueve en el tiempo. Tengo que volver a pagar y recogerlo. A ver la segunda visita qué tal se da.

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