Qué jevi

Anoche bajé las persianas y dejé los balcones entornados para que entrara el fresquito mientras hacía no sé qué en el ordenador. De repente me saca de mi mundo un ruido peculiar: las bolitas que meten dentro de los sprays (aún no sé si esas bolitas, o lo que quiera que sean, son necesarias para el funcionamiento del aerosol o las ponen sólo para que todo el mundo te oiga mover el bote). El caso es que al oirlas pensé automáticamente en lo peor y, efectivamente, acerté.

El tiempo que tardé en desplazar la silla (con ruedas) el metro escaso que separa la mesa del balcón y mirar entre las lamas de la persiana fue lo que tardó un niñato en plantar una pintada en el cierre metálico del local de enfrente. Una pintada que de grafitti no tenía nada, de reivindicativo tampoco y de diseño menos. Y previendo que cruzara y me plantara otra en la fachada de casa, me levanté y volví a alzar la persiana, saliendo al balcón a fumarme un cigarro y así tratar de disuadir al niñato en cuestión.

Para mi sorpresa el niñato no iba sólo. Eran 14 (que los conté) y ninguno habría cumplido los 18. Eran las doce menos diez de un jueves no víspera de fiesta. Qué hacíamos nosotros (generación de los 70 largos) a esas horas con esa edad? En la calle desde luego que no estábamos.

Pues aquí los colegas se me pararon unos metros más adelante porque estaban esperando a más. Y en el rato de espera me inspeccionaron de arriba a abajo, se liaron un porro y le regalaron al escaparate de la pastelería un rayajo (ellos lo llamarían firma o vete a saber cómo). Lo que esperaban ya fue el colmo. Venía otro chaval con dos niñas (y ya son 17) que habían robado del restaurante chino de mas arriba varios cuchillos (o eso me pareció ver cuando este otro niñato los sacó de la cazadora). Para aquel entonces ya era el rey de la noche, claro. Lo peor, si es que hay algo mejor en todo esto, es que la niñas habían participado en el robo. Volvieron a mirarme y siguieron hasta dar la vuelta a la esquina y perderse.

Así que ésta es una forma de conseguir armas blancas que luego usarán para una gran lista de cosas que todos intuimos y que les desarrollarán como personas. Personas que cotizarán a la Seguridad Social para cuando nosotros nos jubilemos tengamos pensión. Todos esos que ya no vieron a Espinete son el futuro del mundo.

Algo de esto tiene arreglo a estas alturas de la película?