En 99 fotos

Viajar a Ámsterdam requiere establecer un plan:

Plan A: Visitar la ciudad como si fuera otra cualquiera.
Plan B: Disfrutar la ciudad porque no es una ciudad cualquiera.

Elegimos el Plan B. Eso significa que no hemos visto ningún museo, obra de arte o elemento singular característico de la ciudad. No hemos montado en bici, porque nuestros recorridos fueron más bien cortos, no hemos montado en ninguna embarcación para recorrer ningún canal, no hemos comido comida típica (si la había), no hemos hecho nada que no fuera el Plan B.

El Plan B supone que Ámsterdam es una ciudad especial. Y lo es. En ella puedes entrar en un café (no un café cualquiera, un coffee-shop) y comprar 2 gramos de marihuana con la naturalidad con la que antes compraste un donut en la tienda de al lado. Y liártela, y fumártela sin que nadie te mire siquiera. El camarero pasa, recoge vasos, tazas, platos, vacía ceniceros, pero ni roza el papel de fumar o la bolsa de marihuana. Eso sí, no te saques una galleta de la bolsa, porque pueden llamarte la atención (y lo hicieron).

Consumir marihuana en las zonas habilitadas y con la calidad que propicia la legalidad hace que pases el fin de semana en un globo permanente que te hace dar seis vueltas a la misma manzana para llegar a esa tienda que viste ayer, que recuerdas haber visto pero no sabes cuándo ni dónde. Y que estaba detrás del hotel, pero anduviste y anduviste buscándola. Así con todo.

El tiempo pasa muy, muy despacio mientras el frío se te va metiendo por el cuerpo… y llega la noche, y sales. Y entras en un garito, normal y corriente, pero a ti, con tu globo, te parece que estás dentro de un videoclip; que eres el protagonista de una serie de adolescentes. La gente en Europa (y esto es de envidiar) pasa completamente del que tiene al lado. Las ventanas no tienen rejas, ni cortinas, pero nadie (excepto nosotros) pega el hocico al cristal para cotillear.

Son felices. Viven tranquilos y felices. Montan en sus bicis (que sin marchas ni platos llevan a toda leche) y a correr. Las bicis te pasan por los lados como los esquiadores en la nieve. No te da tiempo a saber si el timbre que suena viene por tu derecha o por tu izquierda. O el tranvía, que no tiene ni una mísera barandilla para evitar que te lleve por delante. A ellos no les pilla, porque están acostumbrados, pero los turistas, los muchos turistas españoles que van allí a por el globo, han de andarse con cuidado.

Un fin de semana diferente, muy diferente. Habrá que volver para seguir el Plan A. O no.


Amsterdam en 99 fotos

4 thoughts on “En 99 fotos

  1. Muy buenas las fotos, me gustaria ir alguna vez porque tiene que ser una ciudad interesante de ver. Eso si, con más tiempo.
    Me alegro que tu viaje (va con doble sentido) haya sido tan gratificante
    🙂

  2. No sé si volveré a Amsterdam. Demasiado para mi cuerpo! A día de hoy, aún me cuesta pensar con claridad!!!!!!

  3. Amsterdam!!!! uff, mucho, ha estado bien, pero demasiado para mi…jejejeje, lo digo, con conocimiento de causa, una que no está acostumbrada a estas cosas. Flotando, ha sido poco…, distinto, divertido y además con gente a la que lejos he tenido, pero siempre han estado ahí…Besitos a todos.

  4. La verdad es que estoy sin palabras, el viaje a sido una verdadera flipada, para repetir y repetir y repetir…
    Como veras para mi no fue demasiado, tambien me costo recuperarme(lo estoy?) pero merecio la pena, fue muy divertido lo pase bien como los demas, por lo menos eso espero que lo pasaran al menos como yo, tendremos que repetir.

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