Ser hormiga en la M40

Parado en un semáforo de la calle Hermanos García Noblejas, ayer, me fijé en un hormiguero que había en la mediana ajardinada de la calle. Las hormigas iban y venían entre plantas y flores, recogiendo todo aquello que les venía bien. Me acordé de la película Bichos y pensé que para esas hormigas el otro lado de la calle debería estar a una eternidad, pero que allí en esa mediana ajardinada estaban bien y tenían todo lo necesario para vivir y sobrevivir.

Esta mañana, atascados para variar en la M40 a la altura de la avenida de la Albufera he descubierto mirando por la ventanilla que también había hormigas al pie de la mediana de hormigón. La diferencia era que allí solo habían crecido dos matojos de margaritas amarillas. El resto era asfalto y hormigón. Pero allí estaban las hormigas, venga a buscar algo para llevarse al hormiguero. Y aburrido como estaba en el atasco he pensado que ser hormiga en la M40 debe ser bastante jodido, porque dependes de lo que la gente tire por la ventanilla para sobrevivir, en comparación con las afortunadas de San Blas, que tenían varias especies de plantas a su alrededor.

Así que en la población de hormigas también las hay del primer, del segundo y del tercer mundo, como nosotros. Tampoco somos tan diferentes.