Imprevistos

Un día te levantas para ir a currar pensando en que a la salida irás a la piscina, pasarás por casa de tus padres a verles, volverás a la tuya, pondrás un par de lavadoras y recogerás la casa para tener el finde a tu entera disposición y de repente, sin darte cuenta, son las 3 de la mañana, estás en la puerta de tu casa intentando acertar qué llave abre, borracho perdido, sin las lavadoras puestas, sin la casa recogida, sin ir a la piscina y sin pasar por ningún sitio que no dispense alcohol. Se nota que se acaba el año porque al más mínimo intento de ser una persona adulta y responsable te sale una fiesta no planeada que te pone del revés, te trastoca toda tu organización y, lo peor, hace que tus compañeros de curro que te tenían por un tío sensato hayan descubierto ya cómo te las gastas. El viernes que viene tenemos otra.

Cosas que hacer el día de santa Teresa

– sacar el coche del garaje (cuántas mañanas sin hacer eso!). – darme de alta en el impuesto de actividades económicas. Coste del impreso 037: 1 euro (ya está bien, por tres hojitas con calca). – ir al curro en coche. – darme de alta en la Previsión Mutua de los Aparejadores y Arquitectos Técnicos aka PREMAAT. Tres cuotas por adelantado: 193 euros. – pagar un seguro de resposabilidad civil. Ahora sí puedo ir a la cárcel. – visar mi primer Documento Técnico de instalación, uso y montaje de andamio de fachada tubular europeo. – ir a ver el montaje del andamio tubular europeo de marras. – ir a dejar el coche al garaje y comer en casa (sólo me dió tiempo a una ensaladita rápida. Si ser pluriempleado significa comer poco creo que voy a pasar). – no ir a la piscina (mal también). – coger el tren a las 3 de la tarde. En lo que frenaba para terminar de pararse, reflejado en los cristales, me di cuenta de que: · Uso para trabajar la ropa que antes me ponía los fines de semana. · Tengo 31 años para 32 y se nota. Más cuando estás rodeado en el andén de diecisietes, veintes y veintitreses. A su lado soy mayor. Se me sienta una chavala al lado en el tren y lo primero que hace es poner los pies en el asiento de enfrente y sacar el libro «Aprender a conducir». Debería leerse también el de aprender a comportarse en un vagón de tren. El indicador del vagón decía «Próxima estación Las Retamas H15:22 T24º». – sobarme. Eché al iPod un disco buenísimo de Cake que me acunó hasta que no pude más y caí, allá por Villaverde u Orcasitas… Llego a Atocha. «Próxima estación Las Retamas. H15:31 T23º». – descubrir que el tercer centro de El Corte Inglés que se va a abrir en Leganés (el día 26) lleva por nombre (no me gusta) «Arroyosur», y que en el indicador dice M409 Fuenlabrada cuando debería decir M409 Leganés(-Fuenlabrada, en todo caso). Está en nuestro suelo, es nuestro, no de Fuenla. – cagarme en la puta varias veces en el servicio de averías de Tele2. El pobre chaval no tiene culpa pero yo llevo sin fijo ni adsl desde el martes pasado. Al final, todos los caminos conducen a Roma. – llegar al curro. Al oficial. Y currar. A eso voy ahora. – el resto del día lo gastaré aquí y en ir a ver a mis padres (y a cenar by the face, of course). En resumen: se me ha ido (casi) el lunes y no me he dado ni cuenta. Como en Ávila.

Mediocumple

Hoy es mi medio cumpleaños; esto es, cumplo 31 y medio. Es un día raro por todo, no solo por eso. El metro va a la mitad de ocupación, las calles igual, el termómetro marcaba 25º a las 7 menos cuarto de la mañana y me he dormido. Ha ocurrido uno de los casos típicos de quedarte dormido: me despierto antes de que toque la alarma, media hora antes, y voy al baño. En estos casos o te quedas en la cama aguantándote o te levantas al baño y no vuelves a acostarte porque si lo haces… caes profundamente dormido y no oyes ni una alarma ni la otra. En fin, que me he dormido un poco más de la cuenta, media hora más. Qué hago hoy? Celebro mi medio cumpleaños? Mis amigos de vacaciones, mi familia de vacaciones… me apetece tarta. Y regalos, sobre todo regalos. Pero creo que, a menos que el abono transportes se pueda considerar un regalo, me quedaré sin ninguno. Lo de la tarta… esta tarde tengo que ir a la compra; igual me doy un medio homenaje.

Más moderneces

Año 2000. Un alumno cualquiera de la EUATM (yo mismo) se examina de Oficina Técnica (por ejemplo). Al recoger el ejercicio los profesores calculan que en dos semanas estarán las notas. Dos semanas después te acercas a la Escuela a ver si están las notas en el tablón. Una hora de autobús+metro+autobús para comprobar que no, que habrá que subir mañana. Y así podías estar hasta 3 y 4 días esperando la ansiada nota. Año 2007. Un alumno cualquiera (mi compañero becario) se examina de Oficina Técnica. Al recoger los ejercicios los profesores no dicen nada. Los alumnos no preguntan tampoco. Dos semanas después llega un mensaje al móvil. En el cuerpo del mensaje la nota de Oficina y la fecha de la revisión del examen. Sin desplazarse un milímetro. Tengo la sensación de que estudié en otro siglo (y efectivamente así fue).

El mayor

Solo fui hijo único durante cuatro años y un mes, y no me acuerdo porque fueron mis primeros cuatro años y un mes. Luego fui «el mayor», «el chico». Me tocó ser el primero en romper el hielo, me tocó negociar horas de llegada, permisos, pagas y demás. Para mi hermana el camino estaba ya andado, como para muchos hermanos pequeños. Ahora leo en el periódico que «El hermano mayor es más inteligente que el segundo«. Pues igual sí, aunque el segundo siempre es más pícaro que el primero, quizá porque puede preveer con cuatro años y un mes lo que va a venir. De cualquier forma yo esto ya lo sabía. En el reparto mi hermana se llevó el pelo y yo la sapiencia…

Otro más

Este fin de semana estuve de boda en Guadalupe, Cáceres. La boda era el sábado, pero nos fuimos el viernes para que el sábado no nos pillara sin calentar. Nosotros íbamos en calidad de amigotes del novio; nosotros somos esos que aguantaron sus borracheras, sus continuos «no me voy a echar novia nunca» y otros improperios que, por respeto al género femenino, no voy a reproducir aquí. Superada esa etapa y engañada la novia para que se casara con él, nuestro papel en la boda era claro: disfrutar y montarla. Le retuvimos hasta las 3 de la mañana el viernes, le agobiamos antes de que se vistiera, le hicimos fotos antes, durante y después y tras todo esto nos dedicamos a comernos todo lo que cayó en nuestra mesa y, sobre todo, a bebernos cualquier cosa que nos echaran en las copas. Esta es la primera barra libre de la historia que lleva a la quiebra a una sala de fiestas… Como Vicentín: «siempre a tope». Ayer recogimos los restos que quedaban de cada uno y nos volvimos. De allí me traje una toalla de manos, un libro («Uso exclusivo de la Hospedería») y cienes de fotos, aun yendo sin cámara. Por tener un recuerdo… Pero por contra me dejé la voz (ya van dos días utilizando el lenguaje de signos) y a un amigo, que en apenas 30 minutos pasó de ser soltero a tener mujer, libro de familia, 5 cuñadas/os y 9 sobrinas/os. Ya verás cuando lleguen los reyes…

He dicho sí

Nunca he sido muy bueno practicando deportes. Ni en vivo ni en la play o semejantes. En el colegio jugué al baloncesto, casi obligado porque era alto, pero siempre quedábamos los últimos. En el «Trofeo El Salvador», el del cole, siempre quedábamos terceros. De tres. La culpa no era exclusivamente mía, pero el hecho de participar y no ser bueno, de no saber, me hacía autoexcluirme por sistema. Y así seguimos. En los individuales tampoco es que haya despuntado, pero el post va por los de equipo. En todo el Bachillerato creo que jugué una vez al baloncesto. En la carrera, nada de nada. Iba de mirón, y hasta me vino bien. En Dragados se organizó una liguilla de fútbol y me autoexcluí. Además si no practicas no aprendes nunca. Y ahora es tarde para decir «que hace mucho que no juego». En Ortiz, por Navidad, partidito. «No, es que ese día no puedo». Hoy he dicho sí a una liguilla de (atención:) pádel con los compañeros de la nueva empresa. A mí jugar al pádel me pega tanto como hacer macramé pero lo he hecho por integrarme, que siempre soy un rarito. A todo esto no tengo ni idea de jugar y casualmente sí raqueta (se dice esto asín?) porque un amigo me la regaló por mi cumpleaños para que fuera a jugar con él (siempre me excusaba con que no tenía material). Seguramente al final no se haga o se haga en otoño o vete tú a saber pero, advirtiendo de la situación, he dicho sí.

Me pasa

Hoy me voy de despedida de soltero a Salamanca. La despedida consistía en irnos a Salamanca a emborracharnos todo el fin de semana pero al final hoy solo seremos 3. Los tres de siempre. El resto vendrá el sábado a lo largo del día. Hace 9 años, en el 98, pasamos juntos un fin de semana en Salamanca los tres de siempre. El novio gastaba muchos viajes de esos a Salamanca, de ahí el sitio. No hemos vuelto a repetir este viaje hasta ahora y es para entregarle en sacrificio… Qué viejales, qué mayores, qué de pocas cosas hechas de aquellas que queríamos hacer por entonces, qué mierda. Me pasa. El día que me voy de despedida me voy de mal rollo. Negativo. Luego se me pasa. Pero de momento me está pasando… A ver hasta cuando me dura.

Charlie

Mi madre era del Círculo de Lectores, así que cada dos meses había que hacer un pedido. Un libro o un disco. A veces pedía ella para ella, otras para nosotros y otras nos dejaba elegir del catálogo. Hace 22 años pedí Charlie y la fábrica de chocolate. Fue llegar a mis manos y leérmelo. Anoche, 22 años después, vi Charlie y la fábrica de chocolate. Y de repente empecé a recordar toda la historia, porque el libro es literalmente la película; adaptada a los tiempos (el niño que juega a la play, en el libro ve películas de gángsters). Y todo al uso Tim Burton; no puedo imaginarme esta historia de forma diferente a él.

Moderneces

Me mandan un sms la semana pasada, de la Agencia Tributaria. Me dicen que con un código que me dan puedo consultar mi borrador en internet. Qué modernos… Entré y lo vi por encima. Esta tarde he hecho mi declaración paralela, por comprobar; todo bien. Voy a decirles adelante, devolvedme la pasta! Cómo lo haces? Entre todo el abanico de posibilidades que ofrecen elijo un sms al 77-no-se-qué (como en OT) RENTA espacio un código y mi nif. Y a correr. En una semana tengo la pasta en la cuenta. Lo que inventan… en unos años no hará falta salir de casa para nada; y si no al tiempo.

Año 2

Primero pensé en hacerme unas fotos en el salón de casa o al lado de los tulipanes del patio en plan exclusiva de Hola! con algún famoso enseñando su mansión en Beverly Hills. Luego pensé que las comparaciones iban a ser odiosas y lo descarté. Después me puse a echar cuentas para poner una serie de estadísticas con todas esas cosas que haces a diario, que no te das casi cuenta que las haces y que al final suman un montón de veces. Pero me pareció aburrido. Finalmente, y como me debo a las efemérides, solo diré que hoy hace exactamente un año de mi independencia. Así que esta noche es la número 365 que paso aquí (vale, he pasado muchas fuera, pero las cifras son las cifras). Y para celebrarlo (sic) me haré una cena rica, rica y con fundamento y me veré algo en la tele hasta que me canse y me quede sobao en el sofá, cosa que no suele pasar.

Capillita

«Tú lo que te has vuelto es un judío». Esta es la conclusión a la que llega mi abuela (por parte de madre) cuando le trato de explicar («porque sí») mi agnosticismo creciente. Ella no lo entiende. Yo tampoco, pero en esas estamos. Y para que no parezca que ella no tiene sus razones colgaré aquí una foto mía de capillita. Mi abuelo (por parte de padre), el señor Basilio, era hermano. Mi padre se hizo hermano. Y cuando yo nací mi padre pasó de preguntarme y me hizo hermano. Así que de pequeño era capillita. Nunca pasé de ser meramente atrezzo. Mi misión en la procesión consistía en llevar una vela (ahora son de verdad, entonces eran linternas) precediendo al paso, el Santísimo Cristo de la Pasión. Cuando ya fui mocete empecé a pasar un poco de la procesión hasta escaquearme del todo y convertirme en el típico semanasantero que escapa (cuando hay pelas) de Madrid. Pese a todo el rollo procesional me mola. Como publico. Y para muestra un botón. Pero mi procesión nada tenía que ver con aquello. Yo disfrutaba como un enano (que lo era) viendo sin ser visto, sin ser reconocido. Aunque mi madre siempre decía que sabía perfectamente quienes éramos (mi padre, mi hermana y yo) porque la cruz de nuestra túnica era la más simétrica de todas y además era «tela buena de túnica» (nos las hacía ella, se nota, no?). Por no hablar de lo picudos y largos que eran nuestros capuchones… Este año mi hermana y mi padre vuelven a vestirse. A mi me pilla muy a desmano ya toda la penitencia. La pena es no tener cien euros para volverme a pillar un billetito de AVE…

Recuerdos

1 de abril de… 1991, lunes: vi Robocop. En la tele. 1992, miércoles: nota del examen de Reli: suficiente. 1993, jueves: me corté el pelo. Sí, tenía. 1994, viernes: santo. 1995, sábado: me presenté a una tía, supongo que coaccionado. No pasó nada (para variar). 1996, lunes: fui al cine y vi Pena de Muerte, pero V.O., Dead Man Walking. 1997, martes: pellas en la hora de Construcción y al jardinicito. 1998, miércoles: pellas en la segunda hora de Instalaciones y al tute en la cafetería. 2000, sábado: primer sábado de mi primera semana laboral. 2002, lunes: un día difícil. 2004, jueves: mi primer día en Estudios en Dragados. 2006, sábado: hace un año y no me acuerdo de nada.

El «pupas»

Una (no sé si asidua) lectora de este blog escribió esta nota tal día como hoy hace 12 años. Vino a verme a casa esa tarde y se marcó la dedicatoria. Está amarillenta porque lleva exactamente los mismos 12 años pinchada en el corcho de mi habitación (en casa de mis padres primero, en la mía ahora). Yo ya apuntaba maneras por entonces en esto de las dolencias; en aquella ocasión fue una gastroenteritis (la única que he padecido). Recuerdo que teníamos examen de inglés pero en mitad de la prueba le dije a la profesora que yo me iba. Que si quería repetírmelo otro día bien y si no cargaba con el suspenso. Debió verme la cara desencajada porque me dejó marchar sin más. A duras penas llegué al autobús, monté e intenté mantener el tipo. Bajé muy revuelto, aunque había conseguido contenerme. Di la vuelta a la esquina y, cuando solo me quedaba cruzar la calle y entrar en el portal de casa, no aguanté más y vomité en un alcorque de la acera. Gastroenteritis. Después vendría la diarrea, la dieta blanda, el maldito suero («tómatelo que te viene bien»), el arroz blanco sin más, el filete de pollo a la plancha…