Bluff

Una lluviosa mañana de sábado de 2004 llegué en cercanías a la estación de Atocha y, después de llenarme los zapatos de barro, conseguí acceder a la caseta de obra donde me esperaba mi compañero Ingeniero de Obras Públicas con un casco, un impermeable y unas botas de ingeniero. «A buenas horas», pensé mientras me las calzaba. De allí salimos para montarnos en un trenecito de tamaño XS que nos llevó hasta un lugar indeterminado bajo la calle Hortaleza por donde avanzaba a buen ritmo la tuneladora que horadaba el segundo túnel de la risa. No sé si ya por entonces la empresa adjudicataria de la construcción de la estación de Sol (distinta de la nuestra) había empezado la obra o no. Lo que recuerdo es que cuando el túnel entró en servicio el año pasado hice un viaje por él para mirar, como un niño con la nariz pegada al cristal, lo que se intuía desde el túnel de la futura estación. Pero hoy, cuando he salido del tren y he llegado al final de las escaleras mecánicas de subida he pensado que la estación era un gran bluff. No sé qué esperaba; realmente nada, puesto que ya la había visto por la tele y en internet; quizás que al verla en directo me impresionara algo más. Pero nada de nada. Me ha parecido una estación de cercanías subterránea más. Ni joya de la corona, ni joya siquiera. Arquitectónicamente. Como obra es, evidentemente, un obrón de campeonato que ha dejado la Puerta del Sol y la calle Montera más huecas aún de lo que ya lo estaban. Y como infraestructura es algo que a la ciudad le va a venir muy bien (como esa línea que quieres hacer, Pepiño, transversal a las de la risa. Sácala a concurso ya!!). upongo que eso es lo que me hace diferente: todo el mundo despotrica sobre la salida acristalada y poliédrica y a mí es lo único que me gusta…

Biribiribiribiri

Sonó el telefonillo del portal esta mañana y para allá que me fui esperando encontrar a mi interlocutor de siempre. Nuestra conversación es parca en palabras pero muy tradicional, nunca innovamos, ni él ni yo, parece que repetimos un guión de alguna forma institucionalizado: —Biribiribiribiri [sonido del telefonillo]. —Sí —digo yo siempre al descolgar. —Cartero de Correos, me abre? —dice siempre él. —Puerta abierta [esto lo dice la voz autómata de la mujer que vive dentro de la botonera del telefonillo]. —Gracias —grita el cartero, de forma que le oigo por una oreja a través del auricular del telefonillo y por la otra a través de la puerta de mi casa. Pero esta mañana no era él. Era una voz de mujer. —Buenos días, me puede abrir? —Quién es? —pregunto para saber si debo o no. —Somos Testigos de Jehová y queríamos charlar con los vecinos y con usted también… Pienso durante dos segundos en la contestación que voy a dar y respondo: —Yo no os voy a abrir, no me interesa; probad en otro piso a ver si os abren. —De acuerdo, gracias. —A tí —y cuelgo. De vuelta al sofá, en donde veía en diferido la esperpéntica gala de Operación Triunfo de anoche, antes de dar al play he escuchado por la ventana como probaban suerte en otos pisos. Creo que finalmente no ha habido éxito, así que he privado a esta mi comunidad de ser evangelizada.

Jardinero

Antes de que se me echara encima la noche más corta del año (la primera de unas cuantas, porque aunque la fama se la lleva esta, las próximas noches y los próximos días serán igual de cortas y largos, respectivamente) me puse a exterminar, algo que últimamente se está volviendo costumbre, varios insectos, arácnidos y otras especies de esas que me sobran en la cadena evolutiva, y a arreglar algunas plantas a las que les hacía falta poda y/o limpieza. Si el domingo presentaba el primer tomate cherry de la tomatera, hoy presento el primer pimiento: Dice mi madre que tengo buena mano para las plantas. No sé yo. Lo que tengo de forma limitada, hasta septiembre, es sol; así que con sol, riego casi diario y unas gotitas de fertilizante una vez por semana he conseguido potenciar todas las plantas que ya tenía y mantener las nuevas de este año, a excepción de los pensamientos que se me han ahogado porque la jardinera no drenaba bien… Si llego a saber de este éxito planto marihuana 🙂 Al otro lado de estas florecillas está el monitor del ordenador (que se intuye en la foto) desde donde os escribo estas líneas. Compramos ocho el mismo día: cuatro para mi y cuatro para mi madre. Las mías están tres veces más grandes y con más flores, y a estas no les da el sol! Además de todos esos bichos habituales, de las salamanquesas turistas y de los pajaros que bajan a beber agua en los platos de las plantas y a pillar hormigas, creo que alguien más habita entre nosotros. O al menos se acerca a comerse las hojas de los alhelíes a bocados. Mientras no se meta en casa, que haga lo que quiera. Para finalizar, nada mejor que inmortalizar el trabajo de uno, para que conste: Nótese que hay dos cilindros de cristal en las jardineras de la izquierda: son luces solares, que se encienden al anochecer. Las compré en el flamante nuevo Carreful hace un par de semanas. No dan mucha luz, pero tienen su toque. Y desde hoy todas las fotos a 3,2 megapixels, que estreno móvil.

Fiesta

Como todos sabemos, en 1978 se aprobó la Constitución Española, vigente en la actualidad, que recoje en su artículo 16.2 que «ninguna confesión tendrá carácter estatal». Un año después, en 1979, se firmó un acuerdo entre el Estado y la Santa Sede, previo al desarrollo de la Ley 7/1980, de Libertad Religiosa, que articula ese punto de la Constitución. En el artículo 1.3 de la citada Ley se repite que «ninguna confesión tendrá carácter estatal». Durante la década de los ochenta, con los gobiernos socialistas de Felipe González, se acuerdan una serie de medidas entre la Igesia y el Estado, como desarrollo de esa Ley. Un ejemplo es la eliminación de determinadas fiestas religiosas del calendario que antaño lo fueron con carácter laboral, como San Pedro y San Pablo o el jueves del Corpus Christi, entre otras. Un amigo sacerdote me comentó una vez que, con toda la carga ideológica en contra, quienes más han hecho por la Iglesia en España fueron esos gobiernos, que además dejaron a la Iglesia (y eso se ha mantenido con los siguientes gobiernos de derecha e izquierda) en la mejor posición posible en comparación con el trato que reciben del Estado en otros países de la Unión, incluida Italia. Y la Iglesia aceptó, con todas sus consecuencias, de manera que el dicho «tres jueves hay en el año que deslumbran más que el Sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión del Señor» quedó a la altura de un solo jueves y como fiesta autonómica. Mi madre aún recuerda que el año que yo hice la comunión hubo procesión el jueves, pero ya no era fiesta. Ahora las fiestas son catorce y este año, por ejemplo, se configuran así: dos son locales (en Madrid son San Isidro 15/05 y La Almudena 09/11); hay otros siete festivos nacionales «no sustituibles» (Año Nuevo 01/01,  Viernes Santo 10/04, Día del Trabajo 01/05, la Asunción de la Virgen 15/08, la Fiesta Nacional de España 12/10, La Inmaculada Concepción 08/12  y Navidad 25/12). A continuación empieza la España de las Autonomías: la primera es la fiesta autonómica propiamente dicha (en Madrid, el 2 de mayo) y después el Ministerio de Trabajo ofrece varios festivos con caracter autonómico para que cada comunidad complete con cuatro más, e incluso las sustituya por sus fiestas tradicionales, hasta llegar a catorce. Una de esas fiestas autonómicas es el 6 de enero, Reyes, sólo que generalmente (este año también) ha sido elegido festivo en todas las comunidades. El problema es que este años se pierden Los Santos 01/11 y La Constitución 06/12 porque caen en domingo… nos faltan fiestas! Qué hacemos? Lo más sensato y fácil hubiera sido hacer festivo el lunes 2 de noviembre, como sugiere el Ministerio, porque el 7 de diciembre lo será en bastantes convenios y además no interesan muchas fiestas en diciembre, porque interesa abrir. Pero también podía ser festivo el 25 de julio Santiago, aunque es sábado y no mola y además… por qué no pasamos de una vez de las fiestas religiosas y colocamos ese día festivo que nos sobra un lunes o un viernes de alguno de esos meses tradicionalmente escasos en fiestas como febrero o septiembre? Tampoco es cuestión de hacer fiesta autonómica el Orgullo, pero por qué no somos más originales que nadie y damos como festivo el día de la Mujer Trabajadora (8 de marzo), o el día de la Tierra (22 de abril), o el día del libro (23 de abril), o el día de Europa (9 de mayo), o el día Sin Coches (22 de septiembre), o el día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (17 de octubre), o el día de las Naciones Unidas (24 de octubre), o el día Universal del Niño (20 de noviembre), o el día Mundial de la lucha contra el VIH (1 de diciembre), o el día de los Derechos Humanos (10 de diciembre)? Hay 248 días en el calendario para elegir, pero nuestra Presidenta, Esperanza Aguirre, decidió convertir en festivo el jueves 11 de junio, San Bernabé. Y que no os cuenten milongas de que es el Corpus, porque el Corpus es el domingo 14, como lleva celebrándose desde que la Iglesia dijo sí al cambio del jueves al domingo en los ochenta, y como pone aquí en la página 19. Por qué esta fiesta? Para reirnos de quién? De los pobres curritos que mañana abrirán los cortesingleses y los carrefures? De los estudiantes que se examinan mañana porque nadie pensó en septiembre que ni  por asomo el 11 de junio fuera a ser festivo? De los católicos que mañana estarán en su casa esperando a que llegue el domingo y celebrar su fiesta de precepto el domingo sin haber perdido un día de trabajo? De algún colectivo más en particular o de todos en general? A veces, más de las que me gustaría, me avergüenza ser parte de este Madrid. Fiesta, fiesta, fiesta, fiesta! (Raffaella, un buen playback no es sólo mover la boca. Hay que acercarse el micrófono a la vez!!!!)

Invasión

Este año he consentido, de momento, la presencia de toda una colonia de hormigas, asentada y bien asentada en la medianería de mi patio, que vienen a mis plantas a proveerse. Algunas se pasan y van a morir próximamente, pero en general he consentido porque si han llegado hasta aquí no se van a ir a las primeras de cambio. Es inevitable, la naturaleza viene a mi como la montaña a Mahoma. Pero todo esto es fuera, en la zona descubierta. Dentro las cosas cambian. Dentro ya he tenido visitas desagradables time ago y no me apetece convivir con nadie si no me paga la mitad de los gastos. Hace varias semanas, pasando la aspiradora encontré una hormiga en el suelo del estudio [H1]. Podía haber llegado aquí desde la calle en algún momento o quizás venía con las flores que mis padres me trajeron unos días antes; la procedencia en ese momento me daba igual, sabía el destino: ser aspirada. Seguí el recorrido y al llegar al umbral de la cocina vi otra [H2]. Dudo, lo primero, si he aspirado la primera. Igual se quedó enganchada en el cepillo… La aspiro también. Sigo y termino. Al entrar al estudio me encuentro de nuevo, otra vez, una hormiga en el mismo lugar [H1] que la primera de todas. Y empiezo a volverme loco: se teletransportan las hormigas dentro de mi casa? Creo que las aspiro cuando no lo hago? Hacen magia? Para evitar fenómenos extraños decido pisarla y dejarla ahí para asegurarme de que está muerta y no se aparece en otro lugar. Y allí estuvo sin más. El día 2 de mayo, al llegar a casa tras las cañitas del dos de mayo, me encuentro que tengo inaugurada una autopista de hormigas, la H40 [en rojo], que avanza hacia mi cocina. Me sorprendió, pero en lugar de pisotearlas todas decidí observarlas. Ahora estaban organizadas y sería fácil adivinar sus movimientos. El tránsito no era muy grande, pero podía intuirse el recorrido, y llegaba hasta la cocina, apenas una o dos habían alcanzado los pies del armario más lejano, el único con comida en la parte baja. Pero la cabecera era desconcertante porque parecían salir de debajo del ordenador, algo que me parecía imposible, aunque no tanto. Ese dos de mayo antes de acostarme comprobé que ya, de alguna forma, sabían que en ese armario había comida. Para evitarme disgustos eché veneno y me fuí a la cama. El 3 de mayo, como en 1808, amaneció con fusilamientos. Ni rastro de hormigas vivas en la cocina y cadáveres en la zona cero; pero el trajín del estudio seguía, ahora con otro recorrido. Siempre sin perder referencias espaciales, como esquinas, rincones o mobiliario, durante los días siguientes, hasta el día de la caja vacía, consiguieron trazar una ruta alternativa, la H45 [en azul] hasta alcanzar una zona del salón bastante alejada de la puerta, ignorando el acceso a dos habitaciones. Las hormigas son muy listas y envían exploradoras a ver qué encuentran. Las exploradoras pueden tener suerte y descubrir algo que contar al grupo, que llegará, antes o después llegará. Por eso las que me encontré en el baño o en mi cuarto no eran más que exploradoras sin suerte, no solo por no encontrar comida, sino porque morían aplastadas una tras otra. Alguna de ellas triunfó y descubrió bolitas de chocolate por el suelo del salón, de unos bombones belgas riquísimos que tenía en una bolsa que perdía bolitas. Esas bolitas de chocolate fueron el GPS perfecto para averiguar por dónde entraban a casa, porque ahora lo que querrían sería salir… Y así averigué a medias su procedencia. Bienvenidos a mi casa. Llevo tres años viviendo aquí y el edificio tiene uno más, cuatro en total. Aquel invierno previo a la mudanza me emplastecí todas las fisuras de movimiento antes de pintar. Tres años después han vuelto a aparecer, algunas con mayor recorrido que las iniciales; incluso las hay nuevas. Y uno es listo, y aparejador, aunque parado, y sabe leer lo que dicen las grietas y el sentido común. Eso es parte de un informe, que tengo escrito mentalmente, pero que tengo que publicar algún día sobre el movimiento del edificio sin juntas de dilatación en el que habito. Y a través de las fisuras, que no grietas, que el movimiento ha provocado han llegado las hormigas hasta el interior de mi casa, sin que por fuera haya ninguna actividad, apareciendo por el rodapié del rincón de mi estudio [el punto verde], epicentro de la invasión. La hormiga más emprendedora, la avistada en el punto más lejano al acceso, había hecho un recorrido de 8,60 metros, sólo por el interior de mi casa. Si aplicamos equivalencias y yo hubiera hecho esto por el barrio, andando, hubiera recorrido 430 metros, varias manzanas alrededor de la mía.

Caja vacía

Siempre ha estado ahí, al menos en los últimos dos años la recuerdo ahí, y llevo tres aquí, así que casi toda la vida ha estado ahí. Tengo el vago recuerdo de que algún día la dejé ahí conscientemente para algo, no muy lejano en el tiempo, y ganado el sitio, ahí lleva desde, ya digo, siempre. Es más, cuando paso la aspiradora respeto su espacio y no la muevo de un lado para otro como hago con algún par de zapatillas perdido o con la papelera. Pero hoy, por motivos de caza mayor insectil indoor, algo nuevo y desconcertante de lo que quizás hable otro día (por no hacerlo ahora al tun tun), he retirado de su sitio las mesillas y la cama y la caja que existía debajo de ella se ha visto inmersa en el movimiento general. Tenía pelusas en todas las aristas (gastaba las mismas que el cubo de navidad) así que le he pasado el tubo de la aspiradora antes de proceder a abrirla. Abrir cajas que llevan tiempo sin moverse, apiladas, escondidas o simplemente ahí, a la vista o no, es algo que me causa impresión siempre. Tal vez por no encontrar en ellas lo que se espera o, en el peor de lo casos, como hoy, encontrarla vacía. El resto de la tarde de caza y limpieza lo he pasado pensando en qué hacía una caja vacía debajo de la cama, para qué la guardé. La caja, todo hay que decirlo, es impresionante por lo buena que resulta para determinados menesteres, así que me resisto a tirarla y la bajaré al trastero. De momento la he dejado al lado de la puerta, pero por fuera. Espero que ningún vecino espabilao me la baile.

Cien días

Como una luna nueva, como el metro de Madrid, negro como una caries o un septiembre estudiantil, como la certeza de que no sueñas conmigo, negro era aquel bar donde se esconden los malditos de los amaneceres, de los repartidores de periódicos, de las agujas del sol, del amor del prójimo; allí la encontré. (…). Alguien me contó que llevaba cien días encerrada en aquel bar pidiendo fuego, alguna pista, que le ayudara a encontrar la luz dentro del laberinto, el mapa donde está escondido el mar donde arden las promesas, donde solías naufragar. Cien días escondiéndose del gris cielo de marzo y sus atascos, tragando niebla por la nariz, soñando contigo en los lavabos, jurando no salir con vida, sellando todas las salidas, buscando en un mar de ginebra una playa en la que encallar. Besó una copa llena de cenizas, me miró, me dió el humo de sus manos, lo fumé; a cambio yo le conté que la ciudad la estaba esperando, que afuera llovían madreselvas, que se acercaba el verano; que qué iba a ser de nosotros si decidía no venir conmigo, que saliera a desafiar al alba y sus asesinos; así le hablé. Sonrió cansada y perdida, se abrió su boca azul, besó de nuevo la copa, se marchó y toda su luz fue devorada por la puerta de un servicio donde mujeres sin alma te empujan al precipicio. Serán 101 días encerrada en la negrura de este bar. Yo salí a la calle y olvidé pagar. Y me marché. Cien Días / Ismael Serrano / La traición de Wendy / 2002

Primavera

Los meteorólogos están viviendo su mejor momento, se les ve en las caras. Este invierno ha sido el momento de lucirse con sus modelos y sus pronósticos, de sacar gráficos y mapas de canales visibles e invisibles que proporciona el Meteosat y de disfrutar de su trabajo, a excepción de la famosa nevada, de cuyo nombre y consecuencias para mi no quiero acordarme más. El lunes volvieron a insistir en la idea de que todo lo que pasa pasa porque es primavera y la primavera es así, voluble. En un huequito de este enésimo temporal de frío fuera de temporada, el lunes arreglé mis macetas para adelantarme a los bichos de otras ocasiones y tener algo más con lo que entretenerme. El primer macetero blanco tiene dos pensamientos, el segundo cuatro alhelíes sin florecer, la maceta roja otro más y la última blanca una planta que aguantó del año pasado pero que debe resucitar. Entre los maceteros de barro del suelo he metido unas margaritas a tresbolillo para que crezcan como el año pasado. En un mes la foto debería estar llena de puntos naranjas, morados y rojos. Ahora sólo necesito que el sol, que ya llega a esta zona del patio durante la mañana y unos minutos a última hora de la tarde, no se encuentre nubes en su camino hasta mi casa. Y no olvidarme de regarlas, claro.

Dos veces

Cuando mañana, en pleno entrenamiento, toque el borde de la piscina después del quinto hectómetro estaré tocando simbólicamente la punta de Oliveros, en Cádiz, y habré completado mi segundo trayecto de ida y vuelta al estrecho de Gibraltar. Yo he sido listo y lo he hecho a ratos y en piscina, no como David Meca, que se empeñó en hacérselo del tirón y allí mismo y, claro, así le salió al pobre…

Solterón

El ‘single’ vuelve a ser un simple solterón La opción vital de la soledad que proliferó en tiempos de bonanza vive horas bajas El paro y las dificultades le han quitado todo encanto Amanda Mars 27/03/2009 – El País Se le estropea a usted la comida en la nevera. No tiene pareja, vive en una ciudad y tiene un trabajo que le permite mantenerse a sí mismo. Los estadounidenses, que lo rebautizan todo, dijeron hace cinco años que no era un solterón, que era un single, que los hombres eran metrosexuales y las mujeres freemales (libres o sin hombres). Dijeron que era usted el niño bonito del departamento de marketing de cualquier multinacional, porque gastaba un 40% más que el miembro de cualquier familia. Que es hedonista, porque como no tiene a nadie que dependa de usted, viaja varias veces al año y sale a cenar fuera cada semana. Que hace 18 años, su grupo representaba el 13% de la población española y que hoy ya son el 22%, hasta 3,5 millones de hogares. Que se iba usted a comer el mundo. Pero la crisis no perdona, y ejercer hoy de single en España es más difícil. Los solos -o impares, como se suele traducir en España-, no sufren la crisis más que los demás. Pero la sufren. Hay 155.700 hogares formados por una sola persona que está en el paro, un 74% más que hace un año. El número de quienes buscan compañeros de piso, a la vista de algunos portales de Internet, casi se ha duplicado. El crecimiento de hogares unipersonales después del incremento trepidante, echa el freno. Y las separaciones, esa fábrica de singles que trabajó a pleno rendimiento con el divorcio exprés, ha bajado ahora el ritmo, por el fin de ese efecto y también por la crisis económica. Eso sí, su consumo es el que mejor aguantó el tipo el año pasado. «Es que el del single ha sido un fenómeno económico en España. Hemos vivido 10 años de casi pleno empleo en el que la gente ha podido emprender proyectos individuales y los han llevado a su máxima expresión social. Después de haber estado estigmatizado, ha habido cierta glorificación del soltero, la imagen de que tenía el mundo a sus pies», reflexiona el profesor de marketing de IESE José Luis Nueno, experto analista de consumo. Patricia F. reniega de la etiqueta que las consultoras de consumo han decidido colgarle. Aunque por sus condiciones de vida es una single de libro. Soltera, con 40 años y 12 de experiencia en el sector, la empresa de informática en la que trabajaba dio un tijeretazo a su plantilla el pasado enero y decidió prescindir de ella, que cobraba 3.000 euros brutos al mes y podía vivir sola en su piso alquilado en Barcelona. «Porque con el paro, no tengo ni para la mitad de mis gastos. Lo he recortado todo: salía a cenar fuera como mínimo dos veces por semana, y ahora sólo salgo si se organiza la fiesta en casa de amigos. No soy de comprar mucha ropa, pero si algo me gustaba, no tenía que pensarlo. En momentos así trabajas para ti, vives como te apetece, pero ahora no», resume esta licenciada en Filosofía y Sociología, dentro de su nueva economía de guerra. De vivir sola, también ha pasado a buscar un compañero de piso para ayudarse a pagar los 600 euros de alquiler. «Pero eso tampoco es tan fácil ya como antes, porque ahora hay mucha gente alquilando habitaciones que le sobran para pagar la hipoteca, y los precios bajan», asegura. (…) Además de económico, el de los singles ha sido un fenómeno demográfico, alentado por el baby boom (nacidos durante la explosión demográfica de entre 1960 y 1975). De ahí la explosión de nuevos productos (minienvases para personas que viven solas) o negocios (agencias de viajes especializadas) a las que ha dado lugar. El de los solos es también el único sector cuyo consumo creció el año pasado, según los datos de TNS Worldpanel. Sus compras en alimentación, bebidas o droguería subieron un 2,3%, cuando el resto del grupo formados por parejas con hijos o personas solas con descendencia bajaron. Pero cuando un hogar formado por una sola persona entra en crisis, la estructura se tambalea. Una opción, en ocasiones, es regresar al hogar paterno. Y no es un trago fácil. A Rosa Alonso le acaba de ocurrir, a los pocos meses de estrenar su soltería. Dentro del microcosmos del single, ella, con 23 años, pertenece al sector más joven. Vivía en un piso de alquiler con su pareja, compañero de trabajo de una de esas firmas intermediarias de hipotecas que brotaron como setas con el boom del mercado del ladrillo, hasta que rompió hace unos meses. El pasado febrero, la compañía, caída en desgracia, cerró y dejó a ambos sin trabajo. Acaba de volver a casa de sus padres. «Y no me siento muy single ahora, claro». «Esto es algo que ocurre en las recesiones, suelen servir para la cohesión familiar. Porque al final, en momentos así, sale la familia al rescate, ésa es la red en países como España. Las otras redes, las sociales, son más para chatear», apunta Nueno. (…) A la nueva situación mundial se añade la dificultad consustancial a la naturaleza del solo: «Los costes de la vida, como la comida o el mantenimiento del hogar, son más altos por cabeza para las personas que viven solas». «Y también pagamos más impuestos que nadie, porque no nos desgrava nada», se queja Patricia. Ejercer del single prototípico requiere que a uno le vayan bien las cosas. Martín Vivancos, profesor de la escuela de negocios EADA, va a la esencia básica: «Podemos decir que hoy son dos las clases de single: el que no está afectado por la crisis y el que sí lo está, y éste ve su nivel de consumo afectado». Es uno de los motivos por los que el turismo de fin de semana, la restauración y los locales nocturnos, los lugares de recreo habituales de grupos de impares, ven adelgazar sus ingresos. Como en el caso de Patricia y sus fiestas caseras en casa de amigos. Según Vivancos, «hay una propensión a ello. Cada vez más aparece el hogar como centro de ocio, con DVD, videoconsolas Wii… Es algo muy afianzado en otros países europeos, pero en España no lo era tanto». «Y el gran peligro de éstos», añade, «es que la gente descubra que se lo pasa bien en casa. Es interesante y amenazante al mismo tiempo para el consumo». Los restaurantes han visto caer sus ingresos en general. José Luis Guerra, presidente de la Federación Española de Hostelería, explica que «no se puede distinguir entre todos esos singles y el público en general, pero la caída ha sido generalizada. En lo que va de año, el gasto está cayendo entre un 9% y un 10% mes a mes». No bajan las visitas a los restaurantes, pero sí el gasto: de los dos platos se pasa al primero a compartir, y del postre, al café directamente. (…) Vicente Pizcueta, que es portavoz de Empresarios por la Calidad del Ocio Nocturno, admite que la frecuencia de las salidas nocturnas ha bajado, de seis mensuales a una, y que las ventas -de entradas y bebidas, cuando uno habla del mundo de la noche- bajan un 10%, además de que está migrando la diversión dentro de los hogares. Pero lo enmarca en una tendencia que percibe desde la última década, no vinculada con la crisis. Pizcueta advierte de que ha trabajado muchos años en el sector de los locales nocturnos para dar una versión muy diferente de José Luis Nueno y su teoría económica de los singles. «Pero, a ver, ¿qué es in single? Es una persona que busca una segunda juventud con mayor poder adquisitivo. Y lo que ocurrió en España es que pasó de estar mal visto a estar de moda. Sin más, pero sólo son personas que buscan conocer a otras personas, así que seguirán saliendo por la noche a poco que puedan», apunta Pizcueta. Lo mismo piensa el dueño del bar Minusa, en Barcelona. «Están fallando más las parejas que los solteros; éstos salen siempre, por fuerza. Al resto hay que estimularles con precios más bajos». Pizcueta sentencia: «Algunos saldrán menos, pero para otros las noches no se pueden acabar. Con crisis o sin ella, el single sólo es alguien que sale a buscar contacto con el sexo opuesto». O con el propio.

Líneas auxiliares

Las líneas auxiliares son partes imprescindibles del dibujo, y de la vida. Están ahí, siempre. Se trazan suavemente pero en firme, lo suficiente para saber que están y dónde, pero sin que nos tapen la visión de las líneas definitivas. En el fondo todo son trozos de líneas auxiliares que repasamos con un lápiz de mayor dureza para hacerlas definitivas. Los profesores de Geometría nos pedían no borrar las líneas auxiliares que habíamos usado para trazar el ejercicio. Con ellas sabían si realmente habíamos llegado solos a esa conclusión o nuestro dibujo no era más que la copia aproximada del dibujo del vecino. La muerte es una línea auxiliar más. Está en el papel y en algún momento habrá que repasarla con el lápiz duro. Intentamos tenerla localizada para evitarla, para regruesarla lo más tarde posible, para que cierre el dibujo al final, cuando todos los pasos ya se han dado y cuando todas las intersecciones han quedado definidas. Pero hay otras líneas auxiliares, otras muertes, que sin ser la nuestra nos cambian el dibujo. Líneas que cruzan nuestro dibujo con mayor o menor grosor. A veces marcadas sólo con un lápiz del 1 ó del 2, que todavía es posible borrar por medio de un stent y volver a trazar en paralelo, con una escuadra y un cartabón, algo más lejos de la línea original, fuera de nuestro dibujo. Otras veces no hay tiempo para trazar una paralela y un día las descubrimos definitivamente trazadas en tinta, sin posibilidad de eliminarlas, ni siquiera raspando con una cuchilla. [Descansa en paz.]

El calcetín que volaba

Esta semana estoy yendo a buscar a mi prima de 10 años al cole, porque su madre, profesora y directora, está de baja. El protocolo es el siguiente: las madres (y los padres, que alguno había) se colocan frente a la puerta. El profesor/a sale con un niño al lado, alguien levanta la mano, el profesor/a lo mira, el niño asiente y se va hacia esa persona. Así cada uno, a excepción de que nadie levante la mano, en cuyo caso el niño queda allí, sin salir, hasta que alguien lo reclame. Mi cabeza sobresale estrepitosamente entre el mar de cabezas de las demás madres y padres que, más abajo, esperan pacientemente y han de hacerse ver; mi prima me ve cuando aún tiene tres niños por delante para salir… Ayer veníamos echando cuentas (para variar) de cuánto puede sacar en el examen de Lengua en el que cree que tiene 8 respuestas bien. El problema era que no recordaba el total de las preguntas, dudaba entre 10 y 14, y no es lo mismo tener un 8 que un 5 pelado. En esto, esperando al semáforo verde, me pregunta «Oye, RMN, los calcetines vuelan?» Mi respuesta, sin negarlo rotundamente, porque con niños nunca se sabe, fue que al menos los míos no, porque no tienen alas. «Entonces, qué hace un calcetín en medio del paso de cebra?» Se me ocurrían varias respuestas lógicas y racionales, pero acepté que ese calcetín volaba, mientras le echaba la foto cruzando. Volaba, en pasado, porque como bien apuntó ella «ya no vuela, porque le han atropellado varios coches y estará muerto». Entonces se me ocurrió que esos calcetines voladores deben ser parientes o conocidos de los zapatos y zapatillas que cuelgan de algunos cables que cruzan calles de cornisa en cornisa. Quién se deshace de los zapatos en plena calle y los lanza hacia un cable? «Yo el otro día —me dice ella muy segura de haber sido testigo de algo excepcional— vi en una calle en Madrid varios zapatos colgando. Y había uno que estaba solo.» Quién se deshace de sólo un zapato para lanzarlo contra un cable? Y el otro? Desparejados para siempre, sin posibilidad de encontrarse nunca. Llegamos a la conclusión de que los calcetines que vuelan lo hacen porque los zapatos del dueño huelen mal, y por eso hay que colgarlos en los cables, para que se aireen, y no haya calcetines volando por la calle, como este pobre que acabó muriendo atropellado en el paso de cebra.

La puja

Llegué por casualidad, después de ver cosas muy guapas, pero muy caras para un desempleado como yo. Nunca antes había entrado, seguramente por desconocimiento o vete a saber por qué, pero el martes pasado acabé registrándome en eBay y participando en una de sus pujas. El precio de salida era de 1 euro. A mi me pareció como de chiste, pero aún así pujé con 10. Dos días después un correo me avisa de que he sido sobrepujado. Sobrepujado, una palabra que suena realmente mal; significaba no solo que ya no lideraba la puja sino que además si quería hacerme con la compra tendría que ofrecer más dinero aún y no sabía cuánto. No seguí; me puse una alarma en el móvil para que me avisara diez minutos antes de que terminara la puja y ver entonces si me interesaba o no. Y a la una menos cinco de esta mañana el teléfono sonó. La puja estaba alta, había llegado a los 30 euros y llegaba el momento de pujar. Lo hice, pero el sistema me sobrepujó de nuevo. Volví a pujar y me volvió a sobrepujar. Empezaba a ponerme nervioso y a sentir la necesidad de seguir pujando sin parar hasta hacerme con él, quería hacerme con él, pero no sabía cuánto dinero se había ofrecido ya. Cuando llegué a 48 euros quedé en primer lugar; faltaban 3 minutos y me quedaban dos euros de mi presupuesto para repujar en caso de que me volvieran a subir la oferta. Actualicé, actualicé, actualicé. Ahí estaba la sobrepuja: 50 euros. Quedaban dos minutos. Me dije que no pasaría de 55 y ofrecí 52. Actualicé. Quedaba un minuto y pico. Clic de nuevo en actualizar. Clic! Clic! Clic! Cliqueaba cada segundo mirando con un ojo el precio y con otro los segundos restantes. Tres. Dos. Uno. Respiré. El reproductor mp3 para usar dentro de la piscina en unos días (espero) estará en mis manos.