Suerte

En la primera entrada de este año contaba que tenía la sensación de haber vuelto a una época pasada, como diez años atrás. La describí como una suerte de flashback, aunque en el fondo estaba describiendo el flashforward de este año 2009. No presentía en ese momento que la sensación no terminaría al escribir aquellas líneas, sino que se mantendría durante todo el año. Este año en el que los ingresos son escasos, aunque superiores a los de hace diez, hay que reducir gastos innecesarios. Es tal el recorte que este año es uno de los que menos dinero he jugado a la Lotería de Navidad, aunque aún así jugaba hoy más dinero que hace diez años, con casi la misma gente que entonces. Poco más de 52 euros, con los que aspiraba a un potencial máximo de algo más de 260 mil. El resultado: 60 euros, en dos premios, que me dejan un balance positivo de siete euros. Beneficio mínimo, compromiso solventado y otra cruz en el calendario, al que ya le quedan menos de diez casillas por tachar. Por suerte.

Rodeado

Mi vecino de medianería, con el que comparto toda una pared de salón, baño y dormitorio, pertenece al portal de al lado. En la carrera nos enseñaron que, generalmente, los muros medianeros llevan doble espesor de tabiquería, por aquello de que cada uno tenga su pared, pero además porque, generalmente otra vez, suele ser el lugar idóneo para, en proyecto, colocar juntas de construcción o dilatación. Cuando tal junta no existe, como es el caso de mi casa, se debe (aunque pocas veces se hace) colocar un aislamiento acústico que desde la aprobación del CTE es obligatorio. Aquí no lo hay. Por este motivo sé que mi vecino tiene un hijo, de nombre Lucas, de menos de dos años y al que no he visto, creo, jamás, pero al que he oído correr, llorar, gritar y berrear, y por ende a sus padres reprimiéndole, pasada la medianoche en muchos casos. De hecho, el año pasado (y lo recuerdo porque estaba febril) tuve que tocar la pared del cabecero de mi cama a las doce y media de la noche, para que cesara el numerito que había al otro lado del doble tabicón y Luquitas, por fin, fuera acostado (Supernanny, come to me!!!). El hecho de que pase muchas más horas en casa que lo que debería ser normal hace que sufra a Luquitas desde primera hora de la mañana hasta la última de la noche; no queda otra. Ayer, al salir por la puerta, bajaba andando las escaleras la vecina del primero, la que vive encima de mi. Llevaba tiempo sin verla y al hacerlo mi gesto se torció y empecé a reconsiderar la posibilidad de irme a trabajar al extranjero: está embarazada!

Cambios

El tiempo no pasa en balde. Cada día que pasa cambiamos un poquito más, crecemos un poquito más. Existe un problema: como nos vemos a diario no somos conscientes del cambio hasta cierto tiempo después. Pero crecemos y cambiamos. En estos últimos meses yo he crecido, aunque no a lo alto (no más, por favor!) y he cambiado, añadiendo la jardinería a mi lista de entretenimientos (por ejemplo). Y para dar fe, aquí una muestra de que el tiempo pasa y de que las cosas cambian y crecen. Mi ventana el 23 de junio y hoy. Mi triste patio el 22 de mayo y mi frondoso patio hoy.

Alcorcón

Siempre había pensado que Alcorcón estaba ahí detrás. De hecho, juraría que el viernes, cuando monté en el metro, vi ese nombre en la lista de estaciones que suceden a la mía, en la misma línea en la que yo viajaba. No recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que estuve allí, pero sí recuerdo que no hacía falta pasaporte, ni salir del país. Todo eso cambió anoche cuando recibí un mail del Portal de Empleo de la Comunidad de Madrid con una oferta de trabajo. Soy escéptico ante estos, pocos, correos que he recibido de este destinatario en los meses que llevo desempleado, pero aún así, lo abrí para comprobar qué se me ofrecía. Me equivocaba porque, a priori, con la información básica que ofrecía el mail, tenía buena pinta; la oferta era ahí detrás, en Alcorcón. Cuando abrí la ficha mi concepto de la geografía local cambió y decidí que Alcorcón se me hace muy lejano para ir todos los días a trabajar. (Los subrayados en rojo son míos).

Uprising

A veces desaparezco. Me pasa con cierta asiduidad; de repente un día no estoy, ni al siguiente, ni al otro. Y pasada una semana o dos, me doy cuenta, asombrado, de que he desaparecido de algún sitio, en algún entorno, en algún círculo. Sólo que ya no son dos semanas. Ya es medio mes, o el mes completo. O dos meses, incluso más. Pocas veces me secuestran ideas o personas; una o dos veces soy capaz de recordar. La mayoría de las veces soy yo el que se aisla, dejando de lado otras cosas, algunas veces pocas, otras veces muchas, demasiadas quizás. Ahora soy capaz de reconocer estados de éxito o fracaso, relativos siempre, en la mayoría de esas ausencias. Estados de euforia o de depresión que me conducen irremediablemente a la desaparición. Cuando por fin alcanzo mi objetivo, la situación tampoco me satisface porque descubro que no estoy solo. En ese momento empiezan a aparecer por todos los lados miles de ideas: en los cajones, bajo la cama, en la nevera, encima de la mesa, en el buzón… y, sobre todo, en mi cabeza. Algunas son muy ruidosas, pocas aparecen y se van, la mayoría se quedan y convierten la vida en algo muy doloroso, además de hacerme sentir inseguro, desconfiado, inferior y desgraciado. Ideas, absurdas la mayoría, que emborronan mi mirada, mi camino y mi existencia y que me impiden moverme y tomar decisiones, haciendo que no tenga casi capacidad de reacción a nada. Las he dejado estar, seguramente en algún caso erróneamente, para poder escucharlas a todas, de forma casi individual, y poder así analizarlas y descartarlas o aceptarlas. Así han desaparecido la mayoría, por descarte, y así se han integrado otras muchas nuevas, por aceptación, quizás el paso final de este largo proceso. Aceptación de conceptos que eran ajenos a mi vida, pero que, lo quiera o no, están ahí. Porque solo así puedo ahora, al final, reivindicarme como nunca debí dejar de hacerlo. Muchísimas gracias a todos por la espera. Nos espera un curso de lo más interesante… Aprovecho la ocasión para felicitar a los Gabrieles, los Rafaeles y los Migueles. Y en general a todos aquellos que se sean (o se crean) ángeles (o arcángeles). Felicidades a todos!

Cosecha

Cuando empecé a trabajar, de becario, me comía los sueldos en un abrir y cerrar de ojos. Daban para poco, todo sea dicho de paso. Cuando empecé a ganar sueldos más sensatos, ya titulado, me los comía igual. «La novedad», pensaba. Con el paso de los años fui introduciendo el concepto de ahorro en mi vida de tal forma que cuando me despidieron en enero, echando cuentas, podía sobrevivir más de un año con la prestación y mi pequeña fortuna. En febrero mi madre me regaló una planta del dinero (que no da dinero) con apenas cuatro hojas. Hoy está así. Pero… al acercarme descubro auténticos mordiscos y puntitos negros sobre la mesa. Quién ha sido? Por la otra cara de la hoja, descubro un gusano o una oruga (dejo al lector que le ponga género al bicho). Toba en la hoja y al suelo; pisotón; está moribunda. En un rato aparecerán hordas de hormigas a devorarla y será el momento de cargármelas a todas!!! (Creo que necesito volver a trabajar). Y estos son mis dos primeros pimientos!!!

Biribiribiribiri

Sonó el telefonillo del portal esta mañana y para allá que me fui esperando encontrar a mi interlocutor de siempre. Nuestra conversación es parca en palabras pero muy tradicional, nunca innovamos, ni él ni yo, parece que repetimos un guión de alguna forma institucionalizado: —Biribiribiribiri [sonido del telefonillo]. —Sí —digo yo siempre al descolgar. —Cartero de Correos, me abre? —dice siempre él. —Puerta abierta [esto lo dice la voz autómata de la mujer que vive dentro de la botonera del telefonillo]. —Gracias —grita el cartero, de forma que le oigo por una oreja a través del auricular del telefonillo y por la otra a través de la puerta de mi casa. Pero esta mañana no era él. Era una voz de mujer. —Buenos días, me puede abrir? —Quién es? —pregunto para saber si debo o no. —Somos Testigos de Jehová y queríamos charlar con los vecinos y con usted también… Pienso durante dos segundos en la contestación que voy a dar y respondo: —Yo no os voy a abrir, no me interesa; probad en otro piso a ver si os abren. —De acuerdo, gracias. —A tí —y cuelgo. De vuelta al sofá, en donde veía en diferido la esperpéntica gala de Operación Triunfo de anoche, antes de dar al play he escuchado por la ventana como probaban suerte en otos pisos. Creo que finalmente no ha habido éxito, así que he privado a esta mi comunidad de ser evangelizada.

Jardinero

Antes de que se me echara encima la noche más corta del año (la primera de unas cuantas, porque aunque la fama se la lleva esta, las próximas noches y los próximos días serán igual de cortas y largos, respectivamente) me puse a exterminar, algo que últimamente se está volviendo costumbre, varios insectos, arácnidos y otras especies de esas que me sobran en la cadena evolutiva, y a arreglar algunas plantas a las que les hacía falta poda y/o limpieza. Si el domingo presentaba el primer tomate cherry de la tomatera, hoy presento el primer pimiento: Dice mi madre que tengo buena mano para las plantas. No sé yo. Lo que tengo de forma limitada, hasta septiembre, es sol; así que con sol, riego casi diario y unas gotitas de fertilizante una vez por semana he conseguido potenciar todas las plantas que ya tenía y mantener las nuevas de este año, a excepción de los pensamientos que se me han ahogado porque la jardinera no drenaba bien… Si llego a saber de este éxito planto marihuana 🙂 Al otro lado de estas florecillas está el monitor del ordenador (que se intuye en la foto) desde donde os escribo estas líneas. Compramos ocho el mismo día: cuatro para mi y cuatro para mi madre. Las mías están tres veces más grandes y con más flores, y a estas no les da el sol! Además de todos esos bichos habituales, de las salamanquesas turistas y de los pajaros que bajan a beber agua en los platos de las plantas y a pillar hormigas, creo que alguien más habita entre nosotros. O al menos se acerca a comerse las hojas de los alhelíes a bocados. Mientras no se meta en casa, que haga lo que quiera. Para finalizar, nada mejor que inmortalizar el trabajo de uno, para que conste: Nótese que hay dos cilindros de cristal en las jardineras de la izquierda: son luces solares, que se encienden al anochecer. Las compré en el flamante nuevo Carreful hace un par de semanas. No dan mucha luz, pero tienen su toque. Y desde hoy todas las fotos a 3,2 megapixels, que estreno móvil.

Ya está aquí

Debía una foto desde que hace más de un mes escribiera «en un mes la foto debería estar llena de puntos naranjas, morados y rojos«, pero se me pasó. Esta mañana lo recordé, me dispuse a hacer la foto y entonces me lleve una sorpresa, como en las fotos con fantasmas: Vienen todos los años, aunque más tarde, en julio, y de noche. Es la primera vez que nos encontramos de día, creo, al menos de mañana. Pero claro, qué iba a esperar después de anunciar a bombo y platillo que en mis plantas hay hormigas? No sé si es la misma de siempre o una sucesora, pero hoy he visto la primera salamanquesa de este adelanto salvaje del verano que estamos sufriendo.

Invasión

Este año he consentido, de momento, la presencia de toda una colonia de hormigas, asentada y bien asentada en la medianería de mi patio, que vienen a mis plantas a proveerse. Algunas se pasan y van a morir próximamente, pero en general he consentido porque si han llegado hasta aquí no se van a ir a las primeras de cambio. Es inevitable, la naturaleza viene a mi como la montaña a Mahoma. Pero todo esto es fuera, en la zona descubierta. Dentro las cosas cambian. Dentro ya he tenido visitas desagradables time ago y no me apetece convivir con nadie si no me paga la mitad de los gastos. Hace varias semanas, pasando la aspiradora encontré una hormiga en el suelo del estudio [H1]. Podía haber llegado aquí desde la calle en algún momento o quizás venía con las flores que mis padres me trajeron unos días antes; la procedencia en ese momento me daba igual, sabía el destino: ser aspirada. Seguí el recorrido y al llegar al umbral de la cocina vi otra [H2]. Dudo, lo primero, si he aspirado la primera. Igual se quedó enganchada en el cepillo… La aspiro también. Sigo y termino. Al entrar al estudio me encuentro de nuevo, otra vez, una hormiga en el mismo lugar [H1] que la primera de todas. Y empiezo a volverme loco: se teletransportan las hormigas dentro de mi casa? Creo que las aspiro cuando no lo hago? Hacen magia? Para evitar fenómenos extraños decido pisarla y dejarla ahí para asegurarme de que está muerta y no se aparece en otro lugar. Y allí estuvo sin más. El día 2 de mayo, al llegar a casa tras las cañitas del dos de mayo, me encuentro que tengo inaugurada una autopista de hormigas, la H40 [en rojo], que avanza hacia mi cocina. Me sorprendió, pero en lugar de pisotearlas todas decidí observarlas. Ahora estaban organizadas y sería fácil adivinar sus movimientos. El tránsito no era muy grande, pero podía intuirse el recorrido, y llegaba hasta la cocina, apenas una o dos habían alcanzado los pies del armario más lejano, el único con comida en la parte baja. Pero la cabecera era desconcertante porque parecían salir de debajo del ordenador, algo que me parecía imposible, aunque no tanto. Ese dos de mayo antes de acostarme comprobé que ya, de alguna forma, sabían que en ese armario había comida. Para evitarme disgustos eché veneno y me fuí a la cama. El 3 de mayo, como en 1808, amaneció con fusilamientos. Ni rastro de hormigas vivas en la cocina y cadáveres en la zona cero; pero el trajín del estudio seguía, ahora con otro recorrido. Siempre sin perder referencias espaciales, como esquinas, rincones o mobiliario, durante los días siguientes, hasta el día de la caja vacía, consiguieron trazar una ruta alternativa, la H45 [en azul] hasta alcanzar una zona del salón bastante alejada de la puerta, ignorando el acceso a dos habitaciones. Las hormigas son muy listas y envían exploradoras a ver qué encuentran. Las exploradoras pueden tener suerte y descubrir algo que contar al grupo, que llegará, antes o después llegará. Por eso las que me encontré en el baño o en mi cuarto no eran más que exploradoras sin suerte, no solo por no encontrar comida, sino porque morían aplastadas una tras otra. Alguna de ellas triunfó y descubrió bolitas de chocolate por el suelo del salón, de unos bombones belgas riquísimos que tenía en una bolsa que perdía bolitas. Esas bolitas de chocolate fueron el GPS perfecto para averiguar por dónde entraban a casa, porque ahora lo que querrían sería salir… Y así averigué a medias su procedencia. Bienvenidos a mi casa. Llevo tres años viviendo aquí y el edificio tiene uno más, cuatro en total. Aquel invierno previo a la mudanza me emplastecí todas las fisuras de movimiento antes de pintar. Tres años después han vuelto a aparecer, algunas con mayor recorrido que las iniciales; incluso las hay nuevas. Y uno es listo, y aparejador, aunque parado, y sabe leer lo que dicen las grietas y el sentido común. Eso es parte de un informe, que tengo escrito mentalmente, pero que tengo que publicar algún día sobre el movimiento del edificio sin juntas de dilatación en el que habito. Y a través de las fisuras, que no grietas, que el movimiento ha provocado han llegado las hormigas hasta el interior de mi casa, sin que por fuera haya ninguna actividad, apareciendo por el rodapié del rincón de mi estudio [el punto verde], epicentro de la invasión. La hormiga más emprendedora, la avistada en el punto más lejano al acceso, había hecho un recorrido de 8,60 metros, sólo por el interior de mi casa. Si aplicamos equivalencias y yo hubiera hecho esto por el barrio, andando, hubiera recorrido 430 metros, varias manzanas alrededor de la mía.

Caja vacía

Siempre ha estado ahí, al menos en los últimos dos años la recuerdo ahí, y llevo tres aquí, así que casi toda la vida ha estado ahí. Tengo el vago recuerdo de que algún día la dejé ahí conscientemente para algo, no muy lejano en el tiempo, y ganado el sitio, ahí lleva desde, ya digo, siempre. Es más, cuando paso la aspiradora respeto su espacio y no la muevo de un lado para otro como hago con algún par de zapatillas perdido o con la papelera. Pero hoy, por motivos de caza mayor insectil indoor, algo nuevo y desconcertante de lo que quizás hable otro día (por no hacerlo ahora al tun tun), he retirado de su sitio las mesillas y la cama y la caja que existía debajo de ella se ha visto inmersa en el movimiento general. Tenía pelusas en todas las aristas (gastaba las mismas que el cubo de navidad) así que le he pasado el tubo de la aspiradora antes de proceder a abrirla. Abrir cajas que llevan tiempo sin moverse, apiladas, escondidas o simplemente ahí, a la vista o no, es algo que me causa impresión siempre. Tal vez por no encontrar en ellas lo que se espera o, en el peor de lo casos, como hoy, encontrarla vacía. El resto de la tarde de caza y limpieza lo he pasado pensando en qué hacía una caja vacía debajo de la cama, para qué la guardé. La caja, todo hay que decirlo, es impresionante por lo buena que resulta para determinados menesteres, así que me resisto a tirarla y la bajaré al trastero. De momento la he dejado al lado de la puerta, pero por fuera. Espero que ningún vecino espabilao me la baile.

Merece unoohh!!

Ayer alguien hizo clic aquí en algún momento indeterminado de la mañana y con ese clic se alcanzaron las sesenta mil visitas. Yo me di cuenta por la tarde, cuando la cifra del 6 con muchos ceros quedaba rota por un 31. 60000 visitas! Eso, como decía Mayra, «merece un oohh!!» Estoy un poco perdido últimamente. Perdido no, escondido. Estoy viviendo una especie de crisis dentro de la crisis y me apetece pasarla en la intimidad, sin mucho ruido. Pero esta crisis dentro de la crisis acabará en el momento más inesperado. Algo hará clic y todo echará a andar otra vez. Para superarlo juego al SimCity compulsivamente hasta altas horas de la madrugada, más desde que he aprendido varios truquitos y me creo mis propias regiones, pero de esto hablaré otro día, que hoy no me apetece. Ahora me voy al dentista. El miércoles pasado me puso tanta anestesia que cuando sonreía después, solo sonreía media cara. La otra estaba anestesiada por completo. Aún así me dolió. Hoy intuyo que será peor; seguro que merece un oohh!!… pero de dolor.