Señoras

La segunda puerta de cristal de la sucursal de la Kutxa en la que intenté entrar esta mañana me ofreció resistencia. Miré el cartel que decía «Tirar» y sin poder utilizar el recurso de la mirada interpelante por llevar las gafas de sol aún puestas, utilicé el del gesto interpelante para hacer ver al oficinista que quería entrar, que estaba cerrado y que me abriera. Dudó un par de segundos pero finalmente accedió. Yo entré en la oficina y me senté tras dar los buenos días en la zona de espera. Despachaba a dos señoras, de mediana edad, mientras yo echaba en falta al otro oficinista, el que me atiende habitualmente, un chaval joven trajeado y con coleta al que los trajes de Formula Joven le suelen venir grandes.

El silencio sepulcral que se hizo tras mi entrada se rompió unos segundos después de sentarme cuando una de las señoras, a menos decibelios de los que supongo hablaban antes de mi llegada, empezó a reflexionar en alto sobre la responsabilidad que supone, a su juicio, abrir la puerta de un banco «a cualquiera». La otra señora intervino para intentar cortar la conversación y no pecar de cenizas con el pobre oficinista que trabaja el lunes de pascua mientras que sus compañeros de San Sebastián, e incluso el joven con coleta al que le quedan los trajes grandes, están de fiesta. Pero lo cierto es que al final terminaron hablando, mientras iban alzando el volumen, de atracos, asaltos, rehenes, medidas de seguridad y del miedo, que según una de ellas «se reparte si hay más gente». Para no darme por aludido ni por ofendido como evocador del tema de conversación opté por mirar hacia  el lado contrario, hacia la puerta. De suelo a techo de la puerta de cristal se repartía una gran pegatina con la información de la sucursal, los horarios, la prohibición de fumar, de entrar con perros… Intenté recordar como entretenimiento el nombre de la tipografía corporativa de la Kutxa, o al menos del original en el que se basaron para personalizar la marca. Como no era capaz, me entretuve leyendo al negativo y de derecha a izquierda las palabras y los símbolos.

Cuando las señoras ya no estaban en la sucursal y el oficinista tecleaba mi DNI en su ordenador para realizar mi ingreso alguien intentó acceder. Utilizó la mirada interpelante y el oficinista tardó los mismos dos segundos en decidir si abría o no que utilizó conmigo. Tras entrar, se sentó en la misma silla que me había sentado yo y se entretuvo mirando hacia la puerta.

4 thoughts on “Señoras

  1. ay madre… yo pensaba que era la única que se fijaba en tipografías y símbolos!!! vamos a ser señoras y señores que miran logotipos….

  2. Pues nunca se me había ocurrido pensarlo, pero sí, es una responsabilidad abrir la puerta del banco… o de la joyería. Nadie querrá ser el empleado que dejó entrar al atracador.

  3. La paranoia es mucho. Pero estoy con ace76, nadie quiere ser quien dejó entrar al atracador. Pero en lo que se fijan para decidir si dejar entrar, o no, es un poco bobería, si quieres robar un banco no vas a ir con pinta de gorrilla, por ejemplo.

    Los cartelitos de los bancos son de lo más entretenido, sobre todo para dejar claro al resto de personas que no te interesa lo que están haciendo… ¿Los pondrán a drede??

    Saludos!

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