Desinfección

Entre mis planes estaba dar una vuelta a la casa y limpiar, pero no con la intensidad, la profundidad, el temor y el asco con el que ayer empecé limpiando la cocina, recorrida una y mil veces, encimera y suelo por la hija de puta de la rata (perdón por la expresión, pero tengo que desahogarme).

Curiosidades de conducta del bicho: mordisqueó las cucharas y paletas de madera (a la basura), se comió (literalmente) los pocos palillos que quedaban en el palillero, sacó de debajo de los muebles un trozo de cristal (de algún vaso roto) y debió dormir en el cestillo del estropajo y la balleta, puesto que ésta estaba muy muy sucia (a la basura también). Por suerte ese día había recogido platos, vasos y demás y estaba todo en el lavavajillas. Si no lo hubiera hecho a saber qué hubiera pasado.

En resumen: se paseó por toda la encimera repetidas veces. Había marcas, huellas y zonas muy sucias. Se paseó por el suelo también: tiró la escoba y la fregona, unas botellas vacías y las botellas de vino del suelo (con su capa de polvo por encima) tienen coletazos. Un asco. Porsi, dejé el cepo en el patio por si mi casa es parte de alguna ruta o (como quiero pensar) sólo es un episodio esporádico y puntual que no tiene porqué repetirse.

Antes de cenar, regué las plantas y apareció de nuevo la salamanquesa. Enfilaba la parte baja del alféizar en dirección a la puerta de la cocina y a punto estuve de comprobar si hubiera entrado o no dentro, pero pasé de esperar y la espanté con agua hacia el lado contrario. Mi cocina no es un zoo. La vi saltar (menudo salto) hasta el suelo y reptar buscando las jardineras de enfrente. Empiezo a cansarme de tanto bicho y de que todo me pase a mí y siempre en el peor momento.