Flip

Vengo de la casa de campo de mi familia con el coche reluciente y a 10 por hora por el camino para evitar levantar polvo cuando de repente siento un aleteo, en plan helicóptero; miro a la derecha y descubro que tengo de copiloto al saltamontes Flip:

Evidentemente me asusto. Tenía el tamaño de un mechero, así que clavo el coche (a 10 por hora) y salgo. Lo importante ahora es echar a Flip y ensuciar lo menos posible, por dentro y por fuera. No quiero matarlo; ni él tiene culpa por pasar por allí ni yo por llevar bajada la ventanilla. Debemos seguir viviendo los dos. Le doy un pequeño empujón con la Guía de Carreteras del Ministerio de Fomento y decide posarse en el interior de mi puerta. Le fotografío otra vez:

Ahora ya sí es hora de despedirse. Doy a Flip otro empujoncito, cae al suelo y sale volando hacia el oeste. Me deslumbra el sol y no le veo ir, pero en el coche no está, así que sigo mi camino y supongo que Flip el suyo.