Final

¡Si creerán estos tontos que me engañan! Esto es Leganés. Lo acepto, lo acepto y me callo, en prueba de la sumisión absoluta de mi voluntad a lo que el mundo quiera hacer de mi persona. No encerrarán entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas. Pongan al llamado Maximiliano Rubín en un palacio o en un muladar… Lo mismo da.

Así termina Fortunata y Jacinta (Benito Pérez Galdós, 1887). Uno de los mejores y más entretenidos libros que he leído.

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