Como a David Summers

Dicen que los calvos tienen un atractivo especial. No me incluyo porque ni soy calvo (estoy en vías) ni el atractivo que tengo radica en la cabeza.

El sábado por la noche llego a casa, salgo al patio, me dispongo a echar un manguerazo al mismo para refrescar y me encuentro en el suelo… un sostén.

Lo cojo, lo meto para dentro y riego sin más. Era ya viejo, porque no se leían las etiquetas (la curiosidad me empujó a buscar la talla) aunque mantenía un blanco perfecto.

El domingo por la mañana en plena sesión de cocina suena el timbre. Adivinanza: quién bajó a recoger el sujetador? El marido. Ella debía estar avergonzada o pensaría que le iba a mirar las tetas nada más aparecer por la puerta para comprobar que era suyo, pero no fue así, porque apareció el marido (novio, pareja de hecho, desconozco el estado civil) y me lo pidió. Se lo di dobladito como lo había dejado el sábado por la noche. Gracias. Adios.

Ahora tengo que averiguar quienes son. No son los del tercero porque les conozco; también se les cayó algo: unas gafas (otra cosa no, pero originales son un rato en mi portal cayéndoseles cosas). En aquella ocasión bajó la mujer a por ellas y al marido lo vi asomado desde la ventana. Así que me queda primero y segundo. Dónde vivirá la mujer que me lanza sujetadores como a David Summers en sus años mozos?

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