Las entradas del cine

De la serie «Objetos del Pasado», hoy: las entradas de cine.

Hubo un tiempo en que el cine era eso, un cine, una única sala de cine en la cual se proyectaba solo una película. Solo se vendían palomitas y no se podían llevar bebidas a la sala. Y su entrada correspondiente era de cartulina y no hacía mención a la hora de proyección o al título de la película.

Después los cines se dividieron y dieron lugar a los minicines que, como su propio nombre indica, eran salas de cine pero más pequeñas (3 donde antes hubo sólo una).

Y a la vez aparecieron los multicines que (aquí también indica el nombre) eran varias salas de cine pero del tamaño de toda la vida. Su extensión era superior a la de los cines tradicionales y por eso se ubicaban en centros comerciales (casi siempre en la periferia). Aquí llegó la tecnología, el dolby sorround, las palomitas en cubos, la comida y la bebida dentro de la sala, las sesiones numeradas y la entrada impresa por ordenador.

La mayoría de aquellas entradas impresas han perdido la tinta y sólo queda el papel original sobre el que se estampó la hora y la película.

Ahora solo sobreviven los multicines. Los cines y los minicines están cerrados, han desaparecido o se han convertido en supermercados, tiendas o se han vuelto a transformar en otros negocios. Los multicines siguen existiendo, pero han hecho tan insoportable ir a ver una película (problemas de aparcamiento, horarios ampliados, exceso de ruido en la sala, publicidad, precios abusivos) que casi sale mas a cuenta el no ir.