En los toros

Esta tarde he estado en los toros. Es lo que toca, no? San Isidro, toros, rosquillas…

Toros de Alcurrucén para César Rincón (oreja y oreja, salió por la puerta grande), El Cid (pitos y palmas, ovación y dos vueltas al ruedo) y un no se qué Gallo, Eduardo, creo, (silencio, palmas) que confirmaba alternativa. Hacía tiempo que no iba a los toros a Las Ventas (antes no se oían tantos móviles, así que hace tiempo) y la verdad es que lo he pasado bien: el ambientillo de antes, los timbales, el tío de las cervezas, el paseíllo y los comentarios de la gente, of course…

En Las Ventas siempre te toca al lado un listo que todo lo sabe: que si mata ya, que si este toro no vale (y efectivamente no valía), que si apártate, que si… qué cansino. Y te retransmite la faena, cual Moncholi, una tras una…

Luego otra cosa que no falla es el famoseo. Siempre ves a alguien, por los pasillos porque luego se sientan en localidades inaccesibles para los mortales. Puede ser el Rey o algún famosillo de tres al cuarto, pero lo bien que queda luego contarlo, qué? Ayer vimos al novio de Terelu (al que yo no había reconocido. Me lo dijo mi Jefe de Grupo, manda narices), al Pipi no sé qué. Y luego estaba el cantante de El Canto del Loco y cuatro monas al lado haciéndose fotos con el móvil con él… Y además siempre te encuentras a alguien conocido: uno del curro, un antiguo profesor, un vecino, alguien. Hoy hemos visto a la antigua Dirección Facultativa de la obra anterior. Y todo esto llegando justitos y sin prismáticos, que si me dedicara a buscar en el tendido…

En fin, que todo esto da una tarde en Las Ventas. Si le juntas con una comilona en Sixto y una partidita de mus después con su copita, todo de gratis, te queda una tarde bastante amena, aunque sea con los jefes. Y sin currar.